Un fantasma recorre el mundo intelectual en Washington D.C. y sacude las conciencias de los libertarios y las de aquellos comprometidos con la filosofía de la libertad. Desde la semana pasada se hizo público un intento político por tomar el control del Cato Institute; una de las organizaciones más respetadas entre los centros de pensamiento.
El Cato Institute y su presidente, Ed Crane, gozan del respeto y la admiración de miles de personas que -a lo largo y lo ancho del espectro de ideas- han tenido contacto con los estudios y las opiniones informadas que salen de esa organización. Ni siquiera las personas y las organizaciones que no están de acuerdo con su perspectiva libertaria pueden ignorar a Cato, debido a la rigurosidad intelectual de sus productos.
Francamente sería triste y lamentable que décadas de construir una reputación intachable fueran estropeadas por intereses partidistas que, por ambiciones políticas de corto plazo, tomaran el control de una organización respetable y la convirtieran en instrumento de poder neoconservador. El asunto se discute en los tribunales.
Más sobre este penoso asunto en:
Cato and the Kochs: A Preresignation Letter.
Yo, por cierto, me siento como el padre del sitio Web de elcato.org, que ayudé a hacer en 1998; y Cato es una de mis principales fuentes de información.