En este espacio se recibe, con frecuencia, la visita del lector Carlos Fajardo. Y con la misma frecuencia que el visita Carpe Diem, se le publican sus comentarios. Esto es a pesar de que, en ellos, el visitante acude generalmente a prácticas que en el boxeo equivalen a los golpes bajos. En ese sentido, Fajardo abusa de la hospitalidad que recibe en este espacio.
Para muestra, un botón: el más reciente de aquellos golpes bajos es el que usó cuando comentó la entrada que se titula Pacto político, atol con el dedo y el emperador desnudo. En ella, al criticar la distinción que hay entre democracia y república, Fajardo quiere hacer creer, a los lectores, que dicha distinción es un huevo de serpiente y que quienes distinguimos entre ambos no nos atrevemos a definir.
Fajardo, también, acude múltiples tipos de falacias -generalmente ad hominem– para descalificar lo que no puede desvirtuar con argumentos válidos.
Lo de que quienes distinguimos entre democracia y república no nos atrevemos a definir ambos términos es mentira; fácilmente evidenciada por el hecho de que Aristóteles hizo la distinción en La República; y los liberales más modernos, como Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, también hicieron la distinción. Autores del siglo XX, como Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek también han escrito sobre el asunto. Y, por cierto, no estoy de acuerdo con el segundo en sus ideas sobre la democracia. Pero eso es otro par de zapatos.
En términos contemporáneos, autores como Edward Cline, Walter Williams, Glenn Woiceshyn, Alexander Marriott, Amit Ghate, Allen Forkum, Jessica Nappi y Carter Laren, entre otros, han abundado en el tema. Hace pocas semanas Marta Yolanda Díaz-Durán y Warren Orbaugh, en Todo a pulmón, hicieron un programa completo al respecto.
¿De dónde saca Fajardo que los liberales no definimos las diferencias entre democracia y república? ¿Por qué trata de engañar a los lectores? ¿Por qué?
Hasta ahora le he tenido paciencia a Fajardo y he publicado su retórica; pero cuesta tenerle paciencia. Verán los lectores: Carpe Diem es un espacio privado de uso público. Respeto la libertad de expresión de Fajardo y de todos, pero me pregunto: ¿estoy moralmente obligado a prestar mi espacio para que él, o cualquier otro lector, use falacias y distorsione la realidad con quién sabe qué propósitos? Y la respuesta es que no. No.
Respeto la libertad de expresión de Fajardo y de cualquiera otro; pero -como corresponde- ejercida en su propio espacio, con sus propios recursos, y con su propio tiempo. Invito a Fajardo, por ejemplo, a que establezca un blog propio y que desde ahí, con toda libertad, se exprese cuanto quiera y como quiera y contribuya al diálogo como pueda. Nunca me atrevería a negarle su derecho a la libre expresión en su espacio y con sus recursos; pero puedo reservarme el derecho a negarle el uso de mi espacio y de mis recursos.
Verán los lectores: un derecho se basa en un pacto voluntario y su ejercicio implica las obligaciónes de no dañar a otros, ni infringir cargas a nadie con él. De esa cuenta, en Carpe Diem no me siento obligado a cargar con falacias repetidas, repetidas y repetidas. Ni a patrocinarlas.
Cuando en una sociedad unos se atribuyen derechos, a costa de obligar a otros, esa sociedad vive bajo un doble estándar moral que mina la cooperación social pacífica que es el cimiento de la mismísima sociedad. No estoy, ni puedo estar, obligado a prestarle mi espacio y mis recursos a la repetición de falacias que tergiversan los principios y los valores que aprecio.
¡Bienvenido el diálogo!; pero, por favor, sin falacias y sin distorsiones retóricas deliberadas y repetitivas.
Gracias por su atención Luis. Voy a procurar leer los enlaces que muy amablemente ha dejado a disposición para intentar establecer la diferencia entre valores republicanos y democráticos, aunque preferiría leer su opinión, si no le molesta. Voy a escuchar a Warren Orbaugh y talvéz eso aclare mis dudas.
Lo invito a que visite mi blog “Guatemala socialista” en rabano-socialismo.blogspot.com.
Sobre falacias y retóricas, ¿cómo saber cuál es cual si no señala cuando he caido en alguna distorsión de sus comentarios?¿Cuándo he incurrido en descalificaciones ad-hominem?
La verdad es tu derecho como autor del blog el permitir o no las voces discordantes, eso sí, quedarías como un llorón… o mejor, como uno de esos niños que cuando van perdiendo el partido se llevan la pelota…
El debate, incluso, el rebatir falacias, es un ejercicio intelectual interesante… (no sé si sano)…
Hola Pablo. Esto no es acerca de voces discordantes. Ni siquiera es acerca de rebatir falacias. Es acerca del repetido y deliberado uso de falacias y mentiras.
Apreciado Luis, es tu derecho contribuir a que la participación de este foro cumpla con el propósito que tú fijaste y para el cuál día a día contribuyes. Si existen elementos que lo destruyen, no deben tener un espacio aquí, porque las personas que creemos en tú propósito trataremos de construir de forma positiva y constructiva.
De acuerdo contigo Luis en las lineas generales. Pero también me parece válido el punto de Pablo Estrada. En el debate de ideas no podemos ni debemos sólo aceptar las contribuciones que nos parecen adecuadas. Supongo que tu análisis podría aplicarse por ejemplo al caso de que en el Centro Comercial me prohiban hablar de política o religión. Por otra parte el precio de la libertad (y sus ideas agregaría yo) es la constante vigilancia. El hecho de que te moleste la forma de pensar del Sr. Fajardo (ya leí su blog y tampoco me gustan todas sus opiniones sobre todo esa pretensión de que solo la gente de izquierda es racional cuándo más bien parecería lo contrario) y no la publiques no la hará desaparecer. Saludos amigo.
Vos Krishna. Una vez más: Esto no se trata de contribuciones que no nos parecen adecuadas, ni de opiniones molestas. Se trata de falacias repetidas y de mentiras deliberadas. ¿Cachas la diferencia? Saludos.
Está bien, la diferencia es sutil, pero en todo caso lo retratan a él, a Carlos Fajardo, tu postura Luis, tus ideario está planteado con mucha claridad en tus artículos, si yo utilizo falacias para atacarlas, algunos, muchos, las identificarán, lo que me desacreditará ante ellos.
En todo caso Luís, le podés (nos podés) responder a los falaces, aunque tu educación lo evite, con un muy chapín “ah ya hacé sho”…
Luis: Seguro que para el los que somos mentirosos de forma deliberada y falaciosos somos nosotros. No cuestiono tu derecho a limitar sus contribuciones a tu blog, lo que cuestiono es la pertinencia de hacerlo efectivo. Leyendolo un poco (a Fajardo) me parece un Marxista convencido y por lo tanto acepta como verdades las falacias Marxistas. Yo creo que filosóficamente, éticamente y logicamente las ideas (que no ideología) de la libertad son superiores y tanto así que cualquier mente con un mínimo de honestidad intelectual debería poder hacer la comparación y sacar sus propias conclusiones. También supongo que debe ser muy cansado estar respondiendo argumentos que desde el mismo siglo XIX (el siglo de MARX) fueron demolidos por (ver. Bohm-Bawerk)pensadores pocos años despues de su salida. Un ejemplo de estas confusiones es un amigo mío que se define como Marxista Popperiano…
Soy un lector habitual del blog de ambos (luisfi y fajardo) aunque no comente a menudo en ninguno. Siempre me habia parecido bien que se diera ese debate y sacar lo mejor (o peor) de ambas corrientes de pensamiento. Sin embargo veo esto analogo a lo que realizan los periodicos al solo publicar lo que quieren/les conviene. El derecho de Luisfi sobre su blog es totalmente valido pero me pregunto si de ahora en adelante va a dejar de publicar las opiniones de los que no esten de acuerdo con el, espero que no. Dudo que sea por la retorica de Fajardo, basta recorrer un poco carpe diem para ver que luisfi tambien la utiliza y eso hasta le da buen toque a sus post.
Saludos
Hola Tuxtor. La razón por la que me aburrí de darle espacio a Fajardo es porque repetidamente (y repito repetidamente) acude a falacias y aveces a mentiras para argumentar. Un ejemplo de una de esas mentiras es la que está explicada en el post que da origen a estos comentarios. Esta práctica ya lleva más de un año en el que siempre he publicado las cosas que él dice. Pero es muy cansado estar respondiendo a argumentaciones falaces repetidas, repetidas y repetidas.
Claro uso recursos de retorica en mi espacio; pero, no miento -como decir que los liberales no han escrito sobre las diferencias entre democracia y república-. Lo que creo que no es razonable es que algún lector crea que puede usar mis recursos para difundir falacias y hasta mentiras acerca de los valores que yo aprecio. Yo respeto su libertad de hacer eso en SUS propios espacios (y de hecho recién me enteré de que Fajardo tiene su propio blog); pero demando respeto a mi libertad de no permitir que eso se haga en mi espacio y con mis recursos.
Me encantan el diálogo y las discusiones; pero NO si son basadas en argumentos repetidamente falaces. El ejemplo que puse en esta entrada es uno sólo; pero así hay muchos y desde hace meses.
¡Bienvenido el diálogo!; pero sin argumentos falaces, repetidos, repetidos y repetidos, por favor. Me encanta poner a prueba las ideas; pero, por favor, sin necedades.