Siempre hay lugar para jugar

Siempre hay lugar para soñar, para divertirse y para jugar. Hace dos fines de semana, cuando acompañé a un grupo de jóvenes a dejar ayuda para los damnificados por la tormenta Agatha, en El Rancho, me encontré con este niño.
Mientras sus padres recibían los alimentos, el agua y la ropa, a este chico le compraron ese juguete; y no perdía detalle mientras hacía sonar su tamborcito.

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  1. Hace tiempo que no veía estos tamborcitos, cuando era niño, me gustaba la época de Cuaresma, porque era el momento ideal para que me compraran uno.Al igual habían otros, que se hacían girar y producían un sonido como el de un ronron.Que bonito es ver a un niño, totalmente ajeno al desastre que lo rodea, que triste es saber, que ese desastre lo acompañará toda su vida, de una u otra forma, siendo parte de su vida y no un simple recuerdo o anécdota que le cuente los mayores.Saludos.