Cosas que ni se ven, ni se hacen

Andaba con mi amiga Bobbi, por el Museo Ixchel, cuando vimos varios instrumentos como el que ilustran esta entrada. ¿Sabe usted lo que son y para qué sirven? Esas piezas eran usadas para zurcir calcetines. Sí. Antes la gente no tiraba los calcetines cuando tenían hoyos; y lo que hacía era remendarlos. El instrumento se introducía en el calcetin y facilitaba pasar la aguja y el hilo para darle forma al zurcido.

Esas cosas ya ni se ven, ni se hacen; pero aquella era una práctica común y en casa de mi abuela, Frances, había uno al que mi hermano y yo le decíamos La pata de pollo. Eso le conté a Bobbi, y mientras nos reíamos ella comentó que en su casa, cuando se gastaban los cuellos de las camisas, su madre los volteaba para darles una segunda vida. Y ahí nos agarró la risa otra vez porque igual cosa se hacía en mi casa. Hasta pasadito el terremoto de 1976 uno todavía le llevaba a mi abuela los calcetines para que los zurciera, y las camisas para que les diera vuelta a los cuellos.

Ella nos contaba que así se hacía durante la Gran Depresión y durante la II Guerra Mundial cuando las cosas eran caras y escasas. Por supuesto que cuando la segunda mitad del Siglo XX vino cargada de prosperidad sin precedentes, muchísima gente pudo abandonar aquellas prácticas, que quien sabe si tengamos que retomar ahora que se profundiza una crisis de grandes magnitudes.

La pata de pollo, por si acaso, ahora está en casa de mi madre. Y no está de más comentar que, si uno no tiene una, puede usar una bombilla…si es que todavía no ha cambiado las suyas por los nuevos focos ahorradores, que no le servirán para zurcir sus calcetines.

Digg!

Comments

comments

3 comments

  1. Que curioso Luis, yo de pequeña zurcía mis calcetas precisamente con una bombilla. Y cuando al final y por alguna extraña ley del universo, algún calcetín o calceta perdía su par, usábamos el que quedaba para sacarle brillo a los zapatos, porque mi madre nos hacía lustrarlos los domingos por la tarde para que fuéramos a la escuela con los zapatos brillantes. Era divertido ver a los siete (somos una familia numerosa) sentados viendo televisión y lustrando zapatos. También teníamos un “piecito” de metal que nos servía para meter los zapatos y poder lustrarlos en forma correcta. Cosas que ya nadie hace, pero que, como usted dice, con la crisis podría volverse ha hacer. Por cierto el “piecito” desapareció de mi casa. Supongo que se fue a visitar a los calcetines “nones” que nunca encontré.

  2. Carla Caballeros

    Que melancolía me dió leer tu blog hoy….. y más profunda cuando leo los comentarios de MSantos. Cuando era niña, también zurcíamos las calcetas y lustrábamos todos los domingos los zapatos, que además cuando se gastaban las suelas les cambiábamos media suela o suela entera a veces. Y no digamos cuando había que calentar el pan frío de la semana para tener en la cena. Pero lo más bonito es recordar que a pesar de eso fue una niñez muy felíz.

  3. Pasé algunos años de mi vida en el internado del Bethania en la Zona 15 y en el del Teresa Martín en Xela y aún recuerdo con nostalgia a mi mamá preparando las cosas de mi hermana y mías, lista en mano: sábanas, cubeta plástica, almohada, pantuflas, sandalias de hule,7 pares de calcetas…y claro, a mi papá preparando con tanto amor los artículos de madera que creía que podíamos necesitar. Tablero para artes plásticas, cajita con divisiones para organizar las gavetas y esos “huevitos” de madera para zurcir. Y también vienen a mi mente los recuerdos de las noches remendando los agujeritos de las calcetas, antes del Padre Nuestro de las buenas noches.Ahora, los “huevitos” de madera no son más que un recuerdo del amor con que mis papás preparaban nuestro tiempo lejos de ellos. Mis hijos no zurcen calcetas, porque sale más barato tirar las viejas y comprar otras, que las “horas/hombre” invertidas en el remiendo…