¿Total? ¿No que los pobres iban a ser los más perjudicados?

En Guatemala hay más de 10 millones de usuarios de teléfonos móviles. ¡De cada 100 guatemaltecos, 75 poseen teléfono móvil! Un teléfono móvil, con 100 minutos de tiempo incluidos, cuesta sólo $13. Nueve de cada 10 líneas son de tarjeta. ¡Los más pobres, entre los pobres, tienen teléfono al cinto!

Esto, por supuesto, no ocurrió porque la telefonía móvil estuviera en manos de un monopolio estatal; tampoco ocurrió porque haya precios tope para los aparatos, ni para los servicios que prestan las empresas de telefonía. Tampoco ocurrió porque haya una legislación que segmenta la prestación de servicios, o que obliga a la prestación de los mismos.

Todo esto sucedió porque hay una legislación que respeta la libertad y porque hay competencia. Contrario a lo que auguraban los agoreros de la centralización, de la monopolización y de la colectivización, la libertad benefició a los más pobres. Ya no sólo los empersarios, los polítcos y los obispos pueden tener teléfonos móviles.

¿Qué cree usted que pasaría si se eliminaran los privilegios y las restricciones en el subsector eléctrico, en el seguro social, o en la educación, por ejemplo?

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