De nuevo estoy de acuerdo con Rigoberta Menchú

Hace poco, la Premio Nóbel de la Paz, lideresa indigenista guatemalteca, y candidata presidencial, dijo que “nadie puede invertir en una tierra que no sabe quién es el dueño, esa certeza es necesaria”, y yo no podría estar más de acuerdo.

Ayer, en un foro sobre el aborto y el matrinomio gay –en medio de una nube espesa de conservadurismo decimonónico- Menchú hizo la luz y dijo que “hay temas como la homosexualidad, lesbianismo y uso del condón que están en agenda y que no se han discutido. Invitó a los presentes a escuchar las opiniones de la población, ya que hay que qutar algunos tabúes, miedos e ideas que no se aceptan”.

Es interesante como es que, si uno se va a los principios, y no se pierde en ideologías ni en el pragmatismo, uno encuentra puntos de coincidencia con aquellos que parecen estar diametralmente opuestos a las ideas que uno valora; y como es que encuentra diferencias abismales con aquellos que parecen afines.

Yo creo que el matrimonio gay es un acto de justicia, propio de una sociedad abierta en la que los derechos de los individuos prevalecen sobre los intereses colectivos.

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