“¡Denle duro a los gusanos!” fue la orden que les dio Fidel Castro a los atletas cubanos que se aprestaban a viajar a Jamaica, para participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, a principios de los años 60.
Salvador Allende
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Jul 07
Gusanos, cangrejos y momios
“El rechazo de la CICIG oculta gusaneras”, dijo el el vicepresidente Eduardo Stein, cuando se enteró del dictamen desfavorable que recibió la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, por parte de la sala de Relaciones Exteriores en el Congreso de la República.
La frase escogida por el funcionario es emblemática, porque “¡Denle duro a los gusanos!” fue la orden que les dio Fidel Castro a los atletas cubanos que se aprestaban a viajar a Jamaica, para participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, a principios de los años 60. A partir de ahí, “romperles las cabezas y los huesos a los cubanos exiliados sería el leitmotiv más allá de competir y de ganar”.
Desde entonces, el de gusanos ha sido el calificativo con el que los esbirros de aquella dictadura se refieren a los exiliados cubanos en el exterior.
Luego del fracaso de la inconstitucional Comisión de Investigación de los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad; e incapaz de convencer sobre las bondades de su sustituta, la CICIG, esta administración se ha dado a la tarea de desprestigiar a quienes nos oponemos a la citada Comisión.
Lo cierto es que la Comisión es inconstitucional y que esta administración desperdició sus cuatro años de fama negociándola y empujándola, en vez de haber hecho lo que correspondía.
En vez de abdicar a su obligación de garantizarnos a los habitantes de la República, la vida, la libertad, la justicia y la seguridad, esta administración se dedicó a gerentear privilegios por medio del presupuesto del Estado.
Nunca atendió la sugerencia de proporcionarles suficientes apoyo presupuestario y político, al Ministerio Público, a la Policía Nacional Civil y al Organismo Judicial. Se le fueron cuatro años con la necedad de la CICIG, y las mafias sembradas durante la administración de Alfonso Portillo y del FRG crecieron lozanas durante la de Berger.
La respuesta para una lucha efectiva contra la impunidad y contra las mafias, no estaba en doblar la cerviz frente a la ONU, la Unión Europea y los EUA; sino en fortalecer el estado de derecho. No estaba en forzar una comisión de características proconsulares, sino en cumplir y en hacer que se cumplieran las leyes. No estaba en limosnear y alegar incapacidad; sino en apoyar con capacitación, presupuesto y respaldo político a los jueces, a los fiscales y a los policías honrados.
Ahora que es tarde y que se les fueron sus cuatro años, no es raro que el comandante Frank La Rue ande afligido porque algunos políticos gringos se vaya enojar porque los chapines no aceptamos la CICIG, y no es extraño que Stein ande en iguales circunstancias. ¡¿Qué podría espantar más a estos personajes que no volver a ser invitados a la celebración del 4 de julio?!
Esta administración no sólo perdió la oportunidad que tuvo para ponerles un alto a las mafias; sino que les ha servido el país en bandeja de plata. Y ahora que corre contra el tiempo, al Comandante no se le ocurrió más salir con lo de las gusaneras.
El truco, claro, es más viejo que la maña de pedir fiado. Allá por los años 40, y sobre todo durante la presidencia de Juan José Arévalo, a aquellos que se oponían a los designios de la revolución chapina se les llamaba cangrejos, con desprecio y para desprestigiarlos. Y más recientemente, en tiempos del chileno Salvador Allende, los partidarios de la revolución llamaban momios a quienes se oponían a los planes de la alianza Allende-Castro. Con humor siniestro decían: “Los momios al paredón, y las momias al colchón”.
A lo largo de la historia, gusanos, cangrejos y momios han sido las víctimas de aquellos que con arrogancia fatal, o con descaro total, han pretendido imponer sus criterios, no por la razón y la persuasión, sino por la vía de la falacia ad hominem y del paredón. Y eso debería parecernos inaceptable.
Publicada en Prensa Libre el sábado 28 de julio de 2007