Entre arias de I Lombardi, I Masnadieri, El barbero de sevilla, Lucía di Lamermoor, Tosca, Gerusalemme e Il Giuramento, entre otras, ayer pasé una tarde musical en la encantadora Villa Helena, de mis amigos María Elena y Werner.
El maestro Luis Girón May, y sus estudiantes, nos llevaron por un recorrido intenso y educativo. Es una dicha, en realidad, poder gozar de estas tardes de ópera.
Por otro lado, es una lástima que muchas personas “le tengan miedo” a la ópera. Temor que muchas veces parte de estereotipos como el de Jorge y Enriqueta Melaza frente a una presentacion de Wagner; o parte de una mala introducción al mundo del bel canto cuando en la infancia, o en la adolecencia.
Una de las mejores cosas que me pasó en la infancia, fue que mi abuela me introdujera al mundo de la música clásica y al de la ópera; y las tardes en de bel canto en la Villa Helena siempre recompensan mi espíritu con la fuerza arrebatadora de las obras de Verdi, Rossini, Donizetti, Mozart y otros maestros geniales.