Cuando la administración se pifia, lo hace a lo grande. Así de la nada y para que no se diga que no hacen nada, la Comisión Nacional de Energía Electríca salió con la idea peregrina de que ayer , de 8:00 a 8:30 p.m. la gente apagara luces y aparatos innecesarios para ahorrar electricidad. La cosa era tan nada que ver que el presidente del órgano regulador pretendía que la gente se sentara a platicar alrededor de una mesa, en vez de hacer lo que le gusta.
Colom debe haber haberse inspirado en alguna ilustracion de Norman Rockewell, para haber tenido la idea en cuestión. Con lo que no contaba es con la usual incapacidad de sus propios colegas en el resto de la administración socialdemócrata. Resultó que el llamado de la administración a apagar aparatos eléctricos y focos no se hizo notorio en la capital ni en la provincia. Ni siquiera en edificios públicos se notó una adhesión a la solicitud oficial del ahorro energético; y eso que el gobierno pagó publicidad abundante invitando al supuesto ahorro. Anoche, el Palacio Nacional de la Cultura y todo el Centro Cívico brillaban iluminados.
Todo el show me pareció absurdo porque la idea de la CNEE parte del falso supuesto de que el consumo de energía es nacional cuando, en realidad, el consumo es individual. Si usted gasta mucha energía eléctrica, usted tiene que pagar una factura elevada por ese consumo elevado. Usted gasta, usted paga. Usted deja de gastar, y usted es el que ahorra. No el país, ni la sociedad, ni nadie más…a menos que el consumo de usted esté subsidiado.
Pero entonces, el problema es del que subsidia, y de aquellos a los que se les extraen recursos para pagar el subsidio; pero no de usted.
Usted sabe cuándo y cómo utilzar mejor la energía que está dispuesto a pagar; y es un sinsentido que Colom y su Comisión pretendan hacerlo sentir mal porque ve su progama favorito de televisión, o porque pone el microondas para hacer sus poporopos mientras mira la tele. Desde que ha subido todo, yo administro mejor el uso de mi lavadora de ropa; pero no puedo pretender, porque no tengo derecho a hacerlo, que mi vecino haga lo mismo. Mi factura es cosa mía, y la de él es cosa suya.
La colectivización de la responsabilidad por el uso de la energía que uno paga es una trampa metodológica en la que no debemos caer.
Por supuesto que no estoy encontra de que las familias se reunan a platicar; pero me parece que es perverso que se haga sentir culpable del gasto nacional de energía a la gente, porque prefiere ver tele, u oir música, a hacer otras cosas.
Adicionalmente, todo aquello no es nuevo. La administración que pide que la gente ahorre energía es la misma que ignora su propio llamado; del mismo modo en que cuando les pide responsabilidad a los tributarios, no demuestra tenerla ella misma cuando desperdicia los impuestos mediante el malgasto, la mala administración y la corrupción.