31
Mar 08

Independencia, servidumbre y libertad

Hoy fui al supermercado a comprar una docena de huevos, dos panes de yemas y dos conchas, y un queso fresco. En la caja, delante de mí, iba una señora en sus late thirties, acompañada por dos niños. Pasó 5 productos y se quedó esperando a que el muchacho de la caja se los empacara.

Cuando el muchacho empezó a pasar mi compra la señora le dijo: ¿Me lo puede empacar? A lo que el muchacho respondió: Con gusto, pero primero voy a pasar la compra del señor (refiriéndose a mí). Acto seguido, la señora se dirigió a otros empleados del supermercado y les pidió: Por favor, ¿me pueden empacar las cosas? Yo sólo me le quedé viendo con cara de No puedo creer que usted sea tan inútil y tan ridícula.

Y digo: ¡Carajo, eran sólo 5 productos! La señora no se veía impedida. ¡¿Por qué jodidos no los metió ella en una bolsa y se fue sin molestar?!

Mi queja viene a que, precisamente anoche, presencié algo parecido, aunque no igual; y con un amigo comentámos la diferencia entre la gente que necesita ser servida y que para eso contrata servidumbre en su casa; y la gente que necesita cierta ayuda y por eso contrata colaboradores o trabajadores.

A mí siempre me ha molestado que la gente trate a sus muchachas y a otros empleados como si fueran servidumbre en el sentido denigrante de la palabra. Anoche, por ejemplo, noté y me gustó mucho que, al concluir una cena a la que asistí, la mayoría de los asistentes pasó a la cocina a agradecerle y a despedirse de la señora que sirvio la cena. Y con el cuate con el que comentamos el hecho, notamos diferencias entre la gente que hace eso, y la que sále sin más.

Hace años dos visitantes extranjeros me comentaron que estaban muy impresionados con los chapines porque, en mi lugar de trabajo, los directivos y ejecutivos saludábamos a los trabajadores en los corredores y dábamos las gracias a quienes nos atendían durante las comidas.

Curiosamente, la semana pasada compartí con ustedes el siguiente pensamiento de María Montessori:

No one can be free unless he is independent…in reality, he who is served is limited in his independence.

Por eso aprecio mucho que mis padres y mis abuelas me enseñaran a dejar hecha mi cama y a recoger mi ropa en las mañanas, a recoger los platos de la mesa, a ordenar mi propio closet, y otras tareas domésticas que le hacen el trabajo menos cargoso a quienes me ayudan; y admito que no soy un dechado de virtudes domésticas.

Yo he tenido mucha suerte con la gente que me ha atendido y me ha ayudado desde pequeño. Para comenzar, mi Nana, Elena que cocinaba delicioso y platicaba mucho conmigo en el planchador; luego, Catalina, Lidia, Queta, Rubén y Fasho, con quienes salía al parque, veía telenovelas y lucha libre, leía los diarios y aprendía sobre las diferentes costumbres y gustos que enriquecen la cultura de la gente; y más tarde Marina, que era toda una jefa de personal y con quien me aventuraba cocinando novedades (a pesar de las quejas presupuestarias de mi papá).

Más tarde llegaron Carmen, que califica como amiga; y doña Julia que me cuida como cosa propia.

Yo opino que las personas que nos ayudan y nos evitan muchas tareas merecen toda consideración y respeto. Por eso me molesta que haya huevones incapaces de empacar 5 productos en una bolsa de supermercado, y malagradecidos que no aprecien el esmero que otros ponen en atenderlos.


25
Mar 08

Disciplina y libertad

Ayer atendí la visita de un grupo de amigos de The School of the Woods, en Houston, Texas; y luego de sus visita tuvieron el detalle de compartir conmigo un pensamiento de María Montessori que creo que es oportuno y valioso:

Discipline must come through liberty…we do not consider an individual disciplined only when he has been rendered artificially silent as a mute…He is an individual anihilated, not disciplined. No one can be free unless he is independent…in reality, he who is served is limited in his independence.