21
Oct 08

¡Temporada de barriletes!

Con el fin de las lluvias, y el inicio de los vientos de fin de año, empieza la temporada de barriletes en Guatemala. Este hombre lleva unos hermosos. Los redondos y octagonales, tan tradicionales, están abajo a su derecha; mientras que en las manos lleva unos más elaborados.

Aquí se hacen con cañitas de bambú y con papel de china colorido. Las colas se le hacen con papel periódico, o con trapo, dependiendo del tamaño del barrilete.

Yo solía volar barrilete cuando vivía en la casa de mis padres y cerca de ahí había un campo abierto, muy propicio para ese juego. ¡Tuve uno que me duró tres años!

Mi historia favorita con los barriletes tiene que ver con su nombre. En otros países se les llama cometas o papalotes; y en la República Dominicana, por ejemplo, se les dice chichiguas. Ahora bien, aquí, en Guatemala, las chichiguas eran las nodrizas indígenas de la villa de Mixco que, hasta temprano en el siglo XX, venían a amamantar a niños de la ciudad de Guatemala cuyas madres no podían, o no querían, darles el pecho.

De ahí la frase mi hermano de leche, para referirse a aquellos con los que se había compartido el pecho.


16
Mar 08

Todo más y más caro

Ahora que están subiendo los precios del pan y de la gasolina; ahora que están subiendo las tasas de interés; ahora que todo se está poniendo más y más caro, ya lo he preguntado antes: ¿qué se le ocurre a la administración socialdemócrata guatemalteca? Subir impuestos.

El presidente Alvaro Colom confirmó que habrá más tributos para 2009. “Sí hay necesidad de un reajuste en la parte fiscal para que haya mejor y más recaudación, con el fin de aumentar la base tributaria, pero también para que se aumenten los ingresos y sostener al país”, dijo.

Luis Alberto Moreno, presidente del BID, dijo con descaro y sin vergüenza que “los estados deben ser como el jueguito de la perinola donde todos ponen”. A mí, esa posición me parece insostenible si no se habla claramente del costo de tener gobierno. Los burócratas internacionales y los pipoldermos* locales no dudan en elevarles esa carga a los tributarios; pero se rehusan a revisar la calidad del gasto público y sus prioridades. Hablan de pactos fiscales, por ejemplo; pero estos se hacen con grupos de presión que viven del presupuesto del estado, o con grupos de presión que pueden pagar equipos de contadores y auditores que les permiten eludir los impuestos. ¿Quién le consulta a usted que vive de su sueldo y que no puede hacerse los quites?

Si en realidad el estado fuera como la perinola y todos pusiéramos, primero habría que revisar el gasto, luego calcular el costo de tener gobierno y por último preguntarnos a todos si estamos dispuestos a pagar ese costo, o si hay que revisarlo de nuevo. De otra forma, el juego de la perinola es uno de toma todo, especialmente para los que viven del presupuesto del estado, o dependen de privilegios para su existencia.

La foto es de mi perinola.

*Pipoldermos: neochapinismo para pícaros políticos que por el momento detentan el poder.


15
Nov 07

El club de la nostalgia y el Odyssey

La mía debe haber sido la última generación urbana chapina que hacía capiruchos con canutos de madera para hilo y un pedazo de vidrio roto, o en hacer teléfonos con hilo y cajitas de fósforos de madera. Debe haber sido la última en usar televisores de tubos de esos a los que les quedaba un puntito de luz en la pantalla luego de apagarlos, o en usar teléfonos de disco y radios de bolsillo. La mía todavía conoció discos de vinilo.

Hoy, el Blog Tayuyo trajo a mi memoria algo que pasó tan fugazmente que es increíble. En casa teníamos un Odyssey.

El Odyssey es el tatarabuelo de los videojuegos. Aunque el juego es de 1972, a casa no llegó hasta finales de 1976. Mi padre los vendía y me pagaba unos pesos por irlos a instalar a las casas de quienes los compraban, también por revisar que todo viniera cabal y sin daños en su caja.

En su versión más sencilla era un simple ping pong; pero para hacerlo más complejo, el juego traía pantallas plásticas que uno adhería a la pantalla del televisor ya fuera con la estática que se generaba, o con cinta adhesiva.

El juego traía una casa embrujada, un rifle para la galería de tiro, una ruleta y no recuerdo qué variaciones más. Lo jugabamos con mis hermanos, mis padres y con los amigos. En casa no quedaron más que las fichas blancas, rojas y azules del casino de Odyssey. Y ahora…el recuerdo de tardes divertidas gracias a ese juego.