“El Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep) concluyó en un análisis que la división de los partidos de izquierda en el país en este proceso electoral podría desembocar en su desaparición, si no llegan al cinco por ciento de votos o no logran al menos un diputado”.
¡Se nos muere la izquierda!, parece ser el lamento que empaña el ánimo en los circulos políticos más jurásicos de Guatemala. Comparto con ustedes algo que escribí al respecto en 2003 y que, en su mayoría, es válido en el contexto actual.
No creo que sea posible unificar a la izquierda. En primer lugar por el proverbial hecho de que “en donde hay dos izquierdistas reunidos, hay tres organizaciones en pugna”. Esto no me lo inventé yo, me lo contaron dos izquierdistas distintos, en dos ocasiones diferentes.
El segundo motivo, relacionado con el primero, es que muchos izquierdistas no han terminado de perdonarse entre sí las traiciones que se hicieron unos a otros durante la guerra que coprotagonizó la URNG, con el Estado de Guatemala. Para esto basta leer dos, o tres de las novelas que escribieron los exguerrilleros y sus simpatizantes en todo el espectro izquierdista. Todas están llenas de reproches, denuncias y amargura por las traiciones, los soplos y las ejecuciones que ocurrieron en plena lucha. ¡El gobierno del partido de Ríos Montt está lleno de izquierdistas!
El tercer motivo es que el socialismo está de modè. Vea usted el eslogan de la ANN: Hacer la revolución. ¿? Uno con dos dedos de frente se pregunta por qué habríamos de querer hacer la revolución, si los países “revolucionarios” de los años 40, 50, 60, 70 y 80 están sacudiéndose ese polvo. A las víctimas de los regímenes socialistas les fue como la culpa traidora; y la sobrevivencia de estos fue posible sólo gracias a la ayuda de países capitalistas. En el mundo moderno, ni siquiera izquierdistas como Lula y Gutiérrez, o como González y Blair duermen como roncaban. Solo el orate de Chávez está atorado con Castro.
El cuarto motivo es que los más chispudos entre los izquierdistas saben que el socialismo no funciona. Saben que no funciona porque en ese sistema no es posible el cálculo económico. Saben que no funciona porque multiplica los privilegios y acaba con el Estado de Derecho. Saben que el único socialismo posible lo es por la fuerza de las armas, o por la fuerza de la legislación arbitraria y abusiva. Saben que el socialismo mengua la vida ética. Los más chispudos, como no se conforman con consignas, se sienten incómodos con sus compañeros más modestos. Ahí los tiene usted, ven neoliberales hasta debajo de la cama; claman contra los tratados de libre comercio, como si de verdad fueran para el libre comercio. Ahí andan, vociferando contra la privatización, pero con teléfono móvil al cinto, y por fin, con línea fija en su casa. Por ahí van, lanzando anatemas contra los Estados Unidos, pero desviviéndose porque los inviten a la celebración del President´s Day. ¿Total?
La izquierda se nos muere y sólo nos deja el populismo.Todo esto viene porque hace unos días leí un comunicado en el que un grupo de ciudadanos, preocupados por el escenario de una izquierda con escasas perspectivas, llamaba a la conformación de una opción unida de la izquierda. El comunicado exhorta a las fuerzas políticas de izquierda para que “se sienten a concretar coincidencias políticas con el propósito de conformar una gran alianza que enfrente con éxito el futuro electoral.” Aquella agonía viene de lejos.
En abril de 1990 la Tercera Encuesta Guatemala Elecciones 1990, elaborada por la Cámara de la Libre Empresa, nos mostraba lo siguiente: A la pregunta de cómo debe ser el presidente ideal, de derecha o de izquierda, 60% de los guatemaltecos pensaba que de derecha, en tanto que sólo 5% opinaba que de izquierda. A la pregunta de cuál era la tendencia compartida por más guatemaltecos, los encuestados respondieron que casi 30% eran de derecha moderada, 22% de centro y 9% de extrema derecha, en tanto que sólo 8% dijo ser de izquierda moderada y 3% de extrema izquierda.Esto no es muy diferente a los resultados de La Encuesta, Elecciones 2003, en la que la UNE anda por 7.2% en intenciones de voto; o peor aún, la URNG a duras penas anda por 1.7%, la ANN ni aparece en el mapa.
Talvez sea posible una opción unida de la izquierda, si la dirigencia logra limpiar sus telarañas; pero al paso que va el movimiento, solo será para desaparecer en el olvido, o para hacerse izquierdistas “lite”, como sus colegas de otras latitudes.
La UNE ha mejorado su posición, claro; pero distanciandose de la exguerrilla (de la que su candidato fue candidato) y perfilandose en el mainstream. Más indiferenciada y más anodina.