Lo que se ve aquí es una pieza maya. El personaje que vemos usa como máscara la cara de otra persona. El personaje lleva sobre su cara la piel desollada de alguien.
Seguro que es políticamente incorrecto contradecir la antigua idea de Eric Thompson en cuanto a que los mayas eran pacíficos e inofensivos observadores del cielo; pero es tremendamente hipócrita negar que los mayas eran seres humanos como cualquier otro, con sus luces y sombras.
Claro que, como dice Ricardo Cajas hoy, “los mayas tenían estudios astronomicos muy precisos”; pero su arte está lleno de escenas espeluznantes como la cabeza que ilustra esta nota, las decaptiaciones en Tonalá, los sacrificios sanguinarios en Yaxchilán, las uñas arrancadas en Bonampak, y muchas más. En la nota citada, Andrés Cholotío, del Consejo Nacional de Educación Maya dice que los mayas “en ningún momento fueron salvajes e ignorantes”. Y a mí que me perdonen; pero ¿por qué es que los mayas iban a ser diferentes a cualquier otro ser humano? Los griegos cometieron atrocidades, del mismo modo en que las cometieron los egipcios, los romanos, los aztecas, los cruzados, los nazis, los comunistas, los talibanes y los hutus.
El berrinche de la dirigencia indígena, alrededor de Apocalypto, se ve muy mal porque su posición es insostenible frente a la evidencia que nos proporcionan los mismísimos mayas en su arte: El derramamiento de sangre era fundamental para su civilización.