Los niveles de impunidad rebasan la capacidad de la Comsión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, dijo el miembro (¿o ex miembro?) de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Ramón Cadena. Y lo que dijo es muy importante porque la Cicig está enfrentando una crisis.
Como veo la cosa es que desde hace ratos hay grupos políticos muy interesados en pintar a Guatemala como un estado fallido. ¿Con qué propósito? Con el objetivo inmediato de que la comunidad internacional tome el control político del país y neutralice los procesos internos de construcción de una república basada en el estado de derecho; y lo sustituya por un mecanismo constructivista para establecer el socialismo, sin necesidad de acudir a los procedimientos democráticos.
La nonata Comisión de Investigación de Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad en Guatemala fue el primer intento por tomar el control institucional del país. Y fracasada esa instancia, la Cicig fue the second best. Empero, los arquiectos del plan ya se están dando cuenta de que si su instancia no tiene los poderes plenos de una KGB, una Gestapo, o una Stasi, la cosa es cuesta arriba. Porque los chapines no son tan ovejunos como parece.
Desde otra perspectiva, pero con similares efectos, la guerra perdida contra las drogas está haciendo otra parte del trabajo. Una pleyade de regulaciones intrusivas, específicas y concretas está haciendo la labor de intimidar y neutralizar a la sociedad.
En La rebelión de Atlas, por Ayn Rand, el científico del estado, Floyd Ferris se lo explica así a Hank Rearden: ¿Realmente pensó que queremos que esas leyes se cumplan?..lo que queremos es que se dobleguen…Buscamos el poder y vamos directo a él. Ustedes son sólo segundones. Nosotros conocemos los verdaderos trucos y será mejor que lo admitan. No hay forma de gobernar a personas inocentes, porque el único poder que tiene cualquier gobierno es el de lanzarse violentamente contra los criminales…Se declaran delictivos tantos actos que es imposible que la gente viva sin quebrantar alguna ley…si uno dicta leyes que nadie puede respetar, que es imposible hacer cumplir y que no pueden interpretarse de manera objetiva, inmediatamente crea una nación de transgresores y, enseguida, se puede caer sobre los culpables.
De ahí que la Cicig y la guerra perdida contra las drogas demanden una legislorrea compleja y ambigua. De ahí que ex miembros de la guerrilla y sus organizaciones en la sociedad civil sean tan entusiastas de la multimplicación de delitos y de criminalizar todo lo que se pueda. De ahí que estén anunciando que la Cicig no es suficiente y que hace falta más, más y más. Un tribunal de fuero especial, quizás, como lo dejó ver Cadena.
Y ni siquiera haría falta que hubiera un consentimiento ciudadano. No. Según Cadena, los políticos socialistas y sus burócratas que dominan el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas tendrían la facultad de imponerse, sin más.
Pero a la ONU hay que verla con cuidado; y a sus entusiastas les recomiendo tres libros muy buenos: ONU, historia de la corrupción, por Eric Frattini; El espejismo humanitario, por Jordi Raich; y Lords of Poverty: the Power, Prestige and Corruption of the International Aid Business, por Graham Hancock.
El tema de la toma de Guatemala ya está siendo discutido en serio.
Estimado Luis: Su costumbre de analizar todo a la luz del La Rebelión de Atlas lo hace ver conspiraciones donde no la hay. De repente la izquierda es tan poderosa y maquiavélica que eventualmente tomará el poder con la ayuda de la ONU… parece un argumento sacado de la propaganda del TEA Party o de alguna milicia supremacista blanca de Michigan. ¿Usted enseña esto en la UFM? Con razón los marrocos no le atinan para discutir.