La CICIG, ¿experimento, o conspiración? es el título del más reciente libro del historiador Carlos Sabino. Por andar escribiendo de otras cosas me había olvidado de reseñarlo; pero nunca es tarde porque esta es una obra imprescindible para quienes están interesados en la historia reciente de Guatemala.
Dos eventos hacen que un vistazo a este libro sea oportuno ahora: Iván Velásquez, ex jefe de la CICIG y ministro de la Defensa del presidente colectivista de Colombia, Gustavo Petro, parece haber sobrevivido al remezón que sufrió el gabinete en Bogotá y continúa en el gobierno colombiano. La semana pasada hubo una enriquecedora conversación entre el exjuez argentino Ricardo Rojas y Carlos Sabino en la Universidad Francisco Marroquín.
La obra que les comento, sin duda, es una puerta de entrada para empezar a entender la historia y el rol que jugó aquella comisión controversial que fue establecida para combatir cuerpos ilegales y aparatos clandestinos en Guatemala. A falta de aquellos, sin embargo, terminó dando la apariencia de que luchaba contra la corrupción, mientras actuaba como un instrumento para cambiar institucionalmente a este país, al margen de las elecciones y de la voluntad de electores y tributarios, y sin responder moral, ni políticamente de aquellos, a pesar de sus altos niveles de poder e influencia.
Aquellas circunstancias y una serie de abusos, así como la hubris, hicieron posible que Guatemala no renovara el convenio para el funcionamiento de la CICIG y que el comisionado y su equipo cerraron la tienda con un ¡Puf! de despedida. De varios de esos abusos y arrogancia desmedida, da cuenta Sabino en la segunda parte de la obra que nos ocupa al estudiar casos emblemáticos.
Durante la conversación entre Sabino y Rojas recogí algunas observaciones valiosas para meditar, que te comparto:
La CICIG fue un experimento fallido, hasta sus promotores principales se trataron de distanciar de ella; si fue una conspiración, esa conspiración no funcionó y es parte de un pasado del que casi nadie quiere hablar, dijo Carlos Sabino.
El comisionado de la CICIG no era un funcionario de la ONU, sino que estaba bajo un régimen sui generis, era un híbrido y el convenio de. su creación no olía muy bien… Podemos aprovechar la experiencia de la CICIG para mejorar las instituciones, si sigue todo mal quiere decir que aquello no sirvió…Las soluciones mágicas no sirven, dijo Ricardo Rojas.
Hace falta escribir sobre el debido proceso legal, los atajos no son buenos, es una lección que podemos aprender de la experiencia de la CICIG, dijo Ricardo Rojas.
La corrupción no se combate desde un superpoder, ni con burocracia, no se debe explotar políticamente el tema de la corrupción, dijo Carlos Sabino.
En el mundo, en el derecho penal hay una moda llamada el derecho penal del enemigo que no es para delincuentes ordinarios, esa idea de Gunther Jacobs influyó en la CICIG, dijo Ricardo Rojas.
Con la CICIG hubo pánico con respecto a la falta de seguridad jurídica…La administración de justicia da miedo, se ha politizado, aquí y en todo el mundo…La CICIG no sustituyó al MP, sino que lo manejó, creó juzgados ad hoc, puso a su gente. Hubo testigos falsos y chantaje en procesos de la CICIG, dijo Carlos Sabino.
El problema es la arbitrariedad del poder. Una vez se violan las reglas del debido proceso, todo es posible e incluso se puede condenar personas apretando testigos, y hasta sin pruebas, dijo Ricardo Rojas.
La CICIG se contaminó y no pudo salir del juego local y optó por ciertas salidas políticas, hubo errores de cálculo creyó que la gente los apoyaba en sus planes para el país, le apostaron todo a Velásquez, dijo Carlos Sabino.
No escribí para atacar a la CICIG; compren el libro, léanlo hasta el final y saquen sus propias conclusiones, dijo Carlos Sabino.
Columna publicada en elPeriódico.