Desde el balcón de mi casa nos gusta observar y fotografiar cuando hay actividad en los volcanes Pacaya y de Fuego. Ciertamente que son espectáculos hermosos y sobrecogedores, a pesar de que la distancia y nuestros teléfonos no nos permiten tomar fotos espectaculares. Y dicho lo anterior…nunca dejamos de conmovernos, ni de afligirnos por las víctimas potenciales de aquellos fenómenos ígneos.
Después del 3 de junio de 2018, es imposible separar la actividad volcánica del recuerdo de la tragedia que, en aquella ocasión, causó más de 100 muertos, 200 desaparecidos, 600 heridos y unos dos millones de afectados. Las escenas que vimos no sólo deben recordarnos el poder asombroso de la naturaleza, sino nuestra vulnerabilidad y la responsabilidad que tenemos en cuanto a evitar desastres; porque los desastres naturales no existen…lo que sí existen son las amenazas naturales como las erupciones, inundaciones y terremotos. Los desastres son artificiales en el sentido de que son causados por quienes nos ponemos en situación de riesgo excesivo y nos exponemos a ser víctimas de un desastre.
Las casas construidas en terrenos con historial de exposición a lahares y a flujos piroclásticos son escenarios perfectos para que ocurra un desastre artificial. Las casas construidas en terrenos bajos y a inmediaciones de ríos y lagos que se inundan son desastres artificiales que se anuncian a sí mismos. Las casas de tres pisos y más construidas sin cálculos apropiados y con tecnología para casas de un piso, o dos, son mausoleos esperando su momento.
Claro que no tenemos el control sobre las amenazas naturales; pero sí podemos evitar desastres innecesariamente calamitosos si evitamos las situaciones de vulnerabilidad. Y ello es, principalmente, un asunto de responsabilidad personal. No cabe trasladarle esa responsabilidad a la comunidad, ni a la sociedad, ni a los pipoldermos (cualquiera que sea el momento en que leas estas meditaciones).
En recuerdo de las víctimas del volcán de Fuego en 2018, ¿qué haces para evitar la vulnerabilidad de tu familia y la tuya? ¿Por lo menos ya tienes tu kit de terremoto?
Columna publicada en elPeriódico.