Hoy leo que “Durante los discursos políticos, son pocas las personas que prestan atención a las disertaciones que hacen sus candidatos o a sus propuestas de gobierno. Las personas hablan, los niños corren, juegan o hablan entre ellos. Al final, los aplausos que empiezan en la tarima despiertan al resto que, aunque dicen llegar porque quieren un cambio en el país, poco parece interesarles lo que dicen sus candidatos. Los organizadores, que suelen ser los aspirantes a alcaldes o a diputados, llevan a los mítines canastos con decenas de panes, bicicletas o relojes para rifar. Todo esto con el fin de incentivar a la población a que asista”.
Hay señales ominosas para la democracia chapina: la gente, de verdad es indiferente al “mensaje” de los políticos. Hay poblaciones en las que la gente no quiere ni saber de la propaganda de los partidos y de los candidatos. Es imposible saber quién financia a los partidos. Las dirigencias partidistas y los candidatos ensucian carreteras, postes, paredes, y todo cuanto pueden. Las candidaturas se venden descaradamente. En verdad os digo que hay señales ominosas para la democracia chapina.