Las ranitas arborícolas son encantadoras, no sólo por su precioso color verde, sino por sus ojos oscuros y prominentes, que contrastan sobre el resto de sus cuerpos, y por sus deditos adherentes. Así que cuando me preguntaron que si quería participar en la liberación de ranitas dije que sí. ¡Por supuesto que si!
Liberamos a los batracios, criados en cautiverio, en el jardín Manuel F. Ayau de la Universidad Francisco Marroquín donde están registradas en el Arboretum de La Marro; y fueron donadas por el criador y conservados Roberto Bregni.
Las ranitas llegaron en una cubeta y nos trasladamos a la fuente que hay frente a la Biblioteca Ludwig von Mises. Don Roberto identificó el árbol y las hojas que más podrían gustarles a los animalitos y ahí procedimos a colocarlos bajo las hojas.
Pero resulta que las ranitas son animales nocturnos y que trabajan de 10:00 p. m. a 4:00 a. m. poco más, o menos; de modo que la mayoría estaban dormidas a la hora de la liberación. Así que había que tomar una ranita, despertarla, asegurarse de que estaba despierta y luego acercarla a una hoja volteada de modo que se pegara a ella con sus deditos provistos de ventosas. Así que ahí me tenías diciéndoles a las ranitas que me tocaron: ¡Ricos días!
Ya te imaginarás que las pobres no tenía idea de lo que ocurría, siendo que todas sus vidas las habían pasado en cautiverio; así que algunas se defendían. ¿Y cuál es la primera línea de defensa? ¡Pues una meada! De repente sentía que mi mano cubierta por guante se enfriaba notablemente y eran los orines de la rana. Las ranas no mean tibio, sino que mean bien frío.
Yo no les tengo asco a las ranas, de niño solía pescar tepocates y una vez mi hermano y yo llevamos ranas a la casa de mis padres, obtenidas en casa de unos amigos y como se hacían las cosas en los años setenta, tomábamos a las ranitas con las manos, sin guantes y así las poníamos en el jardín.
Hay algo maravilloso en el acto de llevar animalitos a su habitat natural con la esperanza de que vivan ahí y prosperen. La experiencia de las ranitas fue muy parecida a la liberar tortuguitas en Monterrico. Excepto porque lo de las ranitas fue mucho más íntimo.
Hace unos 15 años yo ya había visto una rana arborícola en la UFM porque una de ellas apareció adherida a una ventana cerca de mi oficina, ahí estuvo un par de días y luego se fue. Según don Roberto quizás andaba buscando dónde poner huevos.
Es muy probable que nunca vuelva a ver a alguna de las ranas que liberamos el viernes pasado, ni a sus proles, pero de verdad les deseo una vida larga y próspera.