Luego casi siete meses de encierro forzado, anoche dimos una vuelta por la Avenida de la Reforma, después de las nueve de la noche.
En marzo el toque de queda empezaba a las 5:00 p.m. y luego fue corrido a las 6:00 p.m. para que la final la prohibición de salir quedara a partir de las 9:00 p.m.
A principios del encierro era desolador ver las calles vacías de la ciudad de Guatemala.
Aunque anoche no había mucha gente circulando fue alegre salir y, en un acto simbólico, recordar que los pipoldermos son los mandatarios y nosotros los mandantes; así como recordar que como seres humanos no tenemos que vivir por permiso, sino por derecho.
Ayer terminó el estado de calamidad; pero me quedo con una inquietud profunda por lo fácil que fue encerrarnos y por la docilidad con la que muchos aceptaron el confinamiento.