Una canción de Men at Work dice: Do you come from a land down under?/ Where women glow and men plunder?/ Can’t you hear, can’t you hear the thunder?/ You better run, you better take cover; y cuando yo veía las imágenes de koalas y canguros en los incendios de Australia, pensaba en qué ha de ser espantoso correr y resguardarse de fuegos así.
Por eso me dio rabia que autoridades en Australia hayan arrestado a unas 200 personas por iniciar, ¡deliberadamente!, algunos de los incendios que han devastado el país. Según el codirector del australiano Centro Nacional de Investigación en Bushfire y Arson, alrededor del 85 por ciento de los incendios forestales son causados por humanos, de forma deliberada, o accidental.
Por ahí, sin embargo, hay quienes afirman que se exagera el papel de los incendiarios y que el verdadero culpable es el cambio climático antropogénico. Afirmación que sirve a la agenda destruccionista que asegura que los seres humanos somos un cáncer en el planeta. El tipo de gente que luego de que el tsunami de 2004 en Tailandia, devastó comercios y viviendas en una playa, pudo afirmar que La naturaleza ha regresado a nosotros. Quisiera que se quede así para siempre. ¡¿Puedes creerlo?! ¡Más de 150 mil muertos en aquel desastre, y los amantes del mar y la arena estaban en jolgorio!
En Guatemala, como en la Amazonia, los incendios forestales suelen estar vinculados a las rozas y muy relacionados con la pobreza y la economía de subsistencia. Que no es lo mismo que los fuegos causados por irresponsabilidad, o por ideología.
El peligro de no identificar las causas de aquellos incendios, no sólo está en servir a los propósitos de los que creen que deberíamos comer insectos; hablar de todes y todx y condenan las ciudades, la cultura, la industria, la tecnología, el intelecto y aboga por el regreso de los hombres a la naturaleza, al estado de subanimales que gruñen y que cavan el suelo con sus propias manos. El peligro de no identificar las causas de aquellos incendios es que puedes ignorar la realidad; pero no las consecuencias de ignorar la realidad.
Columna publicada en elPeriódico.
El ambientalismo es muy buen negocio, tanto así que vale la pena incendiar unos cuantos bosques por la causa