El caso de los asesinatos de los periodistas Danilo Zapón y Federico Salazar -en Suchitepequez- pone en evidencia dos hechos que no hay que dejar pasar: 1. el ejercicio de la libertad de expesión en general, y del periodismo en particular es especialmente peligroso en el interior del país; más allá del hecho de que pueblo chico infierno grande; y 2. Que el sistema político actual atrae a lo peor de de entre nosotros.
En este caso, está presuntamente involucrado un diputado del partido FCN-Nación; que en su momento competía apoyado por el partido Lider.
En las provincias, donde prevalece el caricazgo, abunda la narcoactividad y las pasiones son tribales, los periodistas independientes corren riesgos que son ajenos al ejercicio del periodismo en la ciudad de Guatemala donde el poder y la influencia son más dispersos, hay algunos pesos y contrapesos sociales y la vida es un poco menos comunitaria. Según me cuentan cuates que saben de aquello, el uso de pasquines y otros anónimos y el uso de intimidaciones, así como el de la violencia, son alarmantes en las poblaciones del interior. Igual te meten plomazos por ver a la chava equivocada, como por meterte con el negocio de algún pez gordo.
El actual sistema político plutocrático, mezclado con el mercantilismo y el estado benefactor, es el campo de acción más apropiado para el ejercicio del poder arbitrario al servicio de cualquier interés particular. Un maridaje perfecto entre negocios delictivos y la política crimiinal tienen a secuestradas a poblaciones enteras en las que la libertad de expresión es casi inexistente. Muchas municipalidades son feudos, más que cualquiera otra cosa. Las peores personas, entre nosotros, son atraídas a la actividad política para enriquecerse ilícitamente y para usar el poder cual fetiche.
La libertad de expresión, que muchos disfrutamos en la comodidad de nuestras computadoras, en los grandes medios de comunicación y en las redes sociales a nivel nacional, es un lujo peligroso en otras partes de Guatemala.