Pasé frente a la Escuela José Antonio Salazar, que es donde me toca votar, justo al lado del Mercado de la Villa de Guadalupe; y ahí hay un mural en recuerdo de niños estudiantes que murieron en la tragedia de El Cambray II. Me detuve sólo un momento y, ¡chispas!, que tristeza y que ternura da ver el lugar y lo que significa.
En realidad, la tragedia de El Cambray II, no es la tragedia de El Cambray II; es la tragedia, el dolor y las pérdidas de la gente que vivía en El Cambray II. Cuando cosificamos desastres como el que vivieron los habitantes de aquel lugar, corremos el riesgo de olvidar el drama humano.
Por eso es que la solución del drama humano debe ser prioritaria. Me aflige ver las fotos de montones y montones de ropa, agua, alimentos y otras ayudas que la gente buena envió para las víctimas; pero que no están fluyendo hacia quienes las necesitan. Sospecho que este es uno de esos casos en los que la eficiencia del flujo es más importante que la racionalización del reparto. Sospecho que la gente podría resolver una mala distribución mediante el intercambio; en tanto que nada justificaría que algo se estropeara por no ser repartido de acuerdo con el criterio de algún planificador.
Frente a las dimensiones de toda tragedia -tipo El Cambray- ¡me admiro por la generosidad de la gente!; y viene al caso una cita de The Martian: Solucionas un problema, y luego otro. Solucionas suficientes problemas y puedes irte a casa. Y al ver el mural para los niños me acordé del siguiente sarcasmo: “Sin municipalidades y sin gobierno, ¿quién autorizaría los desarrollos inmobiliarios en lugares peligrosos?”
Frente a la posibilidad de que haya otro Cambray (o un terremoto, una erupción, o una inundación) recordemos que no hay tal cosa como desastres naturales, sino amenazas naturales; y que no tenemos control sobre las amenazas naturales, pero sí sobre nuestras decisiones, por lo que podemos evitar muchísimas de las condiciones de vulnerabilidad.
Muchos desastres son artificiales y muchas veces tienen más que ver con nuestra responsabilidad como personas que con la naturaleza.
Columna publicada en elPeriódico.
Es buen momento para recordar que en el anterior gobierno de doña Sandra, cuando el Agatha, le exigían a quienes deseaban colaborar llevando ayuda en sus avionetas, que les colocaran calcomanías del gobierno. Si no ayudan, al menos no estorben.