El consenso socialista ahoga las voces de la libertad y, a fuerza de descalificaciones y de un discurso de agravios, trata de imponerse peligrosamente en la sociedad guatemalteca. Peligrosamente, no sólo por los métodos que usa, sino porque es unidimensional.
Trata, tú, de discutir si hubo genocidio, o no, y un grupo de comentaristas agresivos tratará de ningunearte por medio de injurias, en tanto que sus columnistas te señalarán de racista y de cosas así. Trata de llamar a que se respeten la Constitución y el debido proceso en los casos de las pretensiones de Claudia Paz y Paz, y los abusos cometidos por Yassmin Barrios, y la aplanadora te arrollará al grito de ¡Promotor de la impunidad! Muestra evidencias de que el cambio climático no es causado por los humanos y te tratarán como si fueras el que mató a la mamá de Bambi. Lo dejaron claro, en abril de 2013, los grupos que trataron de impedir que se discuta lo del genocidio. Eso no está a debate, espetaron.
Los promotores del pensamiento único claman por regresar a la estatización de la energía eléctrica; pero no te cuentan que cuando la energía era estatal ¡no había energía!, muchos se enriquecieron a la sombra de las empresas estatales de energía y los abusos cometidos para construir Chixoy fueron ¡posibles porque ese era un proyecto estatal! Los del pensamiento único claman contra la minería; pero sus pastores usan anillos y cruces de oro. Eso sí…ve tu a advertir contra los peligros de la estatización y di algo a favor de la minería como fuente de mejores niveles de vida, y la hoz del pensamiento único pasará cerca de tu cabeza.
Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados, escribió Herbert Marcuse al referirse a quienes promueven el pensamiento único.
Yo digo que, más sana que aquellas repeticiones incesantes y monopólicas, es la discusión franca y audaz. Que nadie se sienta amenazado por lo que piensa, y dice. Sería genial que, en Guatemala, el consenso socialista animara al diálogo y se refrescaran las ideas.
Columna publidada en El periódico.
Tristemente los socialistas y los comunistas no están acostumbrados al diálogo. Siempre lo han logrado todo por la fuerza.