Leer en papel y pensar mejor

 

Estudios científicos sostienen que la lectura en papel es mejor que la lectura en pantalla… Los alumnos aprenden mejor si leen algo que pueden tocar, con límites claramente definidos y donde es sencillo pasar las páginas. La mente registra mejor lo que ve sin intermediarios, dijo el educador Nuno Crato, y estoy muy, pero muy de acuerdo con sus observaciones. La defensa de los libros de texto, por parte de Crato, refleja mi propia experiencia. Si voy a leer para comprender o estudiar, prefiero mil veces hacerlo en papel; y si voy a tomar notas en clase o en una conferencia, prefiero mil veces hacerlo en papel y con bolígrafo. No me extraña que, generalmente, los procesos cognitivos sean superiores fuera de las pantallas. A ratos, para la generalidad de estudiantes, me parece inverosímil que alguien pueda estudiar y comprender textos complejos en la pantalla de un teléfono, por ejemplo.

Los textos electrónicos son valiosos, útiles y ofrecen muchísimas posibilidades… para personas que han cultivado sus habilidades cognitivas con éxito, que pueden leer y comprender textos complejos, que pueden concentrarse y tienen niveles razonables de pensamiento crítico; pero estoy convencido de que nada como el papel para desarrollar y cultivar mejor aquellas habilidades.

En un artículo de Olga R. San Martín, publicado en El Mundo, el 11 de octubre pasado, el exministro de Educación de Portugal también se manifestó partidario de los libros de texto en comparación con las aplicaciones digitales. Además, recomendó mantener los manuales escolares (o sea, los programas de curso) de preferencia en papel. ¿Por qué? Porque plasman un plan de estudios en una exposición articulada, organizada y secuencial de los temas que sirven como una hoja de ruta jerarquizada y objetiva para los profesores y los estudiantes. Esto me dio gusto porque me esmero en los programas de mis clases. Me gusta que sean detallados, que se sepa con certeza de qué vamos a conversar en cada sesión y que se conozcan cuáles son las lecturas asignadas y las lecturas o videos sugeridos. Me gusta que los estudiantes sepan a qué atenerse y cómo prepararse. Me gusta que no haya sorpresas desagradables.

Crato explica que el conocimiento estructurado es la base de la escuela y es fundamental para el desarrollo de la humanidad. Dice que los libros de texto son la introducción al mundo de la lectura inteligente porque no solo se leen, sino que se leen para entender. Mi experiencia es que una clase en la que la mayoría de estudiantes ha leído y llega preparada es muy superior a una en la que los estudiantes —incluso si participan con opiniones— no llegan informados ni preparados.

Repito, para que no haya malas interpretaciones, que los textos digitales y otros recursos de esa naturaleza son valiosos; pero sostengo que, sin la habilidad del lector para comprender lo que lee, aquellos son inútiles. Y comparto con Crato la idea de que el papel, viejo y confiable, es la mejor herramienta para desarrollar las habilidades necesarias para aprovechar no solo lo digital, sino las posibilidades casi infinitas que ahora ofrecen las inteligencias artificiales.

Habiendo dicho lo anterior es muy posible que haya estudios científicos que sostengan lo contrario a lo que destacó Crato, porque…ya sabes que hay estudios científicos para todo.  De modo que estas meditaciones son food for thought. En última instancia no está de más recordar que la ciencia no es uno asunto de democracia, sino de búsqueda de la verdad.

El uso de libros y otros textos en papel por supuesto que nada tiene que ver con hacer difíciles los procesos de aperendizaje.  La labor del profesor es es facilitar aquellos procesos de tal manera que el conocimiento eche raíces en las mentes de los estudiantes y sean fáciles de encontrar y aplicar en el largo plazo, no sólo para el próximo examen parcial, o el próximo quiz. En esta dirección, el libro y el papel me parecen insuperables. 

Aprender es trabajo y puede ser fastidioso y desagradable; pero no tiene que ser así. Aprender ,como muchos trabajos puede ser placentero si entendemos la neurociencia detrás del aprendizaje, si el aprendizaje es descubrimiento y si el descubrimiento genera orgullo y autoestima. Pero no si es consecuencia de fingir, aparentar y falsear la realidad.

La invitación kantiana a tener el coraje de usar la propia razón o a atreverse a conocer por medio de la propia razón, expresada en la frase Sapere aude, no es posible si no se desarrollan las habilidades necesarias para leer con el objetivo de aprender.

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