Premio Nobel e instituciones

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson recibirán el Premio Nobel en Economía 2024 por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad.

No conozco los trabajos de ellos así que no voy a comentar sobre detalles, ni nada parecido.  Lo que me motiva a escribir estas líneas es que cuando en la calle, o en el cuchubal hablamos de instituciones pensamos que tal banco es una institución financiara,  que tal universidad es una institución educativa, y que tal burocrácia es una institución gubernamental.  Pero mi querido Friedrich A. Hayek (y otros pensadores austriacos) explica que las instituciones son prácticas generalizadas y reconocidas que, comunmente, se estiman adecuadas a las circunstancias.  Son sistemas de normas, o formas de hacer las cosas. 

Las instituciones no son organizaciones, de modo que el banco tal es una organización financiera, la universidad tal es una organización educativa y la burocracia tal es una organización gubernanental

Cuando se dice que Acemoglu, Johnson y Robinson estudian instituciones, no es que estudien organizaciones, sino prácticas generalizadas en forma de normas que son buenas porque bueno es lo que es bueno para algo.  

Esta distinción entre instituciones y organizaciones es importante para no malintepretar la frase que explica por qué es que aquellos tres economistas serán reconocidos son el premio que otorga el Banco de Suecia.  Más allá de esta distinción valiosa, pensadores a quienes admiro, como Deirdre McCloskey y Peter Boettke tienen perspectivas diferentes sobre las insitituciones y su evolución. Elinor Ostrom, por supuesto, también tiene bastante que decir. Menciono a estos tres porque he tenido la dicha de conocer a los dos primeros en la Universidad Francisco Marroquín, y a la tercera durante un encuentro de la Association for Private Economic Education, hace ratales. 

Acemoglu y Robinson, por cierto, me hicieron recordar las palabras de Friedrich A. Hayek cuando recibió el mismo premio que ellos y dijo: No estoy seguro de que sea deseable fortalecer la influencia de unos pocos economistas individuales mediante un reconocimiento tan ceremonial y llamativo; porque temía que el premio le confiriera, a una persona, un tipo de autoridad que nadie debería tener. A los premiados con el Nobel les puede pasar lo que les ocurre a celebridades que opinan sobre el supuesto cambio climático antropogénico y otros asuntos especializados.

Por ejemplo, Robinson cree que la pobreza en Hispanoamérica está profundamente arraigada en el colonialismo, la explotación de los indígenas y la existencia de la esclavitud; y Acemoglu cree que Jair Bolsonaro y Nicolás Maduro son iguales y también la tiene con el colonialismo. Los dos expertos en instituciones hacen caso omiso del rol que el socialismo, el estatismo, el colectivismo y al autoritarismo (de los últimos 150 años) han tenido en el empobrecimiento de millones de hispanoamericanos y asustan con el colonialismo (de hace más de 200 años) que usan como hombre de paja. Y hacen caso omiso de que España no tuvo colonias (como las de Inglaterra, Francia, o los Países Bajos), sino que sus territorios en este continente eran España tanto en los tiempos de Isabel de Castilla, como en los de los Habsburgo y los de  La Pepa. ¿Para estar con la moda? ¡Mira que decir que Bolsonaro y Maduro son lo mismo! No hay por donde. 

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