Arnold Alito Harberger, padre intelectual de los Chicago Boys y de la recuperación chilena por medio de reformas liberales cumplió nada menos que 100 años de edad el 27 de julio pasado y es algo para celebrar.
Tuve la dicha de conocer, pasear y conversar con este héroe de la libertad cuando visitó Guatemala para recibir un doctorado honoris causa por la Universidad Francisco Marroquín en mayo del 2004. En esa ocasión vino acompañado de su encantadora esposa, Anita. Cuando uno conoce a Alito puede entender, con mucha rapidez y facilidad por qué es tan querido por sus discípulos y por quienes han tarbajado con él.
En aquella ocasión habló sobre su experiencia en la enseñanza de la economía, sobre el papel de las leyes y de las regulaciones, sobre el efecto de los impuestos en el bienestar, y sobre la inferioridad de las políticas públicas. También habló sobre cómo hacer reformas económicas en una democracia; y sobre el hecho de que no hay una receta para la implementación de reformas económicas; exploró la idea de si es posible hacer reformas económicas sin tener una crisis, antes; y sobre la importancia del marco judicial entre otros temas.
Por su influencia desomunal en el mundo de las ideas, para la ciencia económica, para la política y en hispanoamérica, no es exagerado que Alito es una leyenda viva.