Fuimos a la Feria de Jocotenango en la ciudad de Guatemala y nos gozamos muchísimo ese paseo tradicional y familiar de agosto.
Lo más encantador fue doña Josefina, propietaria Dulces Típicos doña Josefina que atienden su hija, y su nieto, Kendal. Ellos son de San Juan Comalapa y aunque la propietaria ya sólo atiende en esta feria, la familia hace un circuito de ferias en casi todo el país. Ahí compramos mazapán, conserva de coco blanca y conserva con panela, también pepitoria, alfinique, chilacayote, colochos de guayaba, dulce de leche y canillitas de leche y ahí le paramos porque todo se antoja.
Doña Josefina y su familia nos atendieron re bien, con esa amabilidad chapina tan característica y sus dulces son frescos y deliciosos. Ahora mismo estoy comiendo conserva de coco.
Fuimos Raúl y Carmina, y nos hizo falta Tian (que está estudiando en Alemania); pero Luisa se unió al grupo y espero que se nos una el año próximo. Entre los tres compartimos una porción de churros tradicionales (ni españoles, ni mexicanos) y nos dimos cuenta de que ya no nos conviene comer de todo como antes. Eso sí, le entramos a un plato de garnachas, a una Gallo y tres Tiki en El Trebol.
Por andar platicando y riéndonos se nos olvidó ir a por elotes asados, que a mi me encantan con limón y sal. Lo que no se me olvidó fue echarme un par de tiros al blanco con los que conseguí dos llaveros.
A la feria vamos todos los años desde 2011 (con excepción del 2020 por el encierro forzado, el 2021 porque no fue autorizada y el 2022 porque cogí el virus chino). Es una tradición que nos gusta mucho. Es una fiesta familiar de sabores, aromas, texturas, colores y sonidos. Es el lugar perfecto para ejercer el antiguo arte de people watching.
Además, la Feria de agosto me trae recuerdos de mi niñez. Mi primer recuerdo de la Feria de agosto (como también se la conoce para distinguirla de la Feria de noviembre, que era la de don Jorge Ubico) es de cuando estaba en primer grado de primaria. Mi padre y mi tío Freddy nos llevaron a mi hermano y a mí; y en el tiro al blanco me gané una botellita de vino que mi mamá usó para sazonar un pollo.
También recuerdo que me dio miedo pasar junto a las carpas en las que eran exhibidas la mujer araña y el niño gusano. ¿Por qué es que ya no hay ese tipo de espectáculos en la Feria de Jocotenango? ¿La gente dejó de disfrutar de aquella candidez? En 2007, en la Feria de verano, en Coatepeque había un espectáculo de Mariacandunga, la peluda, y ¿vas a creer que no entré?
En mi primera visita a la Feria de agosto recuerdo que subimos a uno de esos aparatos que dan vueltas y que me bajé totalmente mareado. No volví a sentir nada tan espantoso hasta hace unos unos años, en Sumpango, cuando tuve la mala idea de subirme a la rueda de Chicago.
De la feria me fascinaba cómo cantaban lotería; y en casa mi tía abuela La Mamita imitaba muy bien a los de la Feria: ¡El Sol, cachetes de gringo! ¡El negrito, calzón rayado! ¡La muerte quirina, que andando se orina! Ojalá me acordara de más de esas frases, que no volví a oír hasta 2016.
¡Sólo no vayas mañana porque como es el mero día de la festividad patronal de la ciudad de Guatemala, y hay feriado, pues hay chumules de gente!