La política es el arte de lo posible; y en ese contexto el presidente Bernado Arévalo reconoció que es innegable que la infraestructura de Guatemala está en crisis y anunció que su admnistración licitará la gestión del Aeropuerto La Aurora por medio de una alianza público-privada.
El sector privado organizado de Guatemala le dio la bienvenida al anuncio que se hizo durante el I Congreso de Infraestructura. Y le dio la bienvenida con entusiasmo porque, la verdad sea dicha, lo de la infraestructura no es crisis en el sentido de que ni es la excepción, ni es temporal, sino que viene de lejos. La diferencia ahora es que da la impresión de que se cae a pedazos frente a nuestros ojos y los problemas hay que resolverlos rápido y bien.
Muchos se engañan cuando creen que los problemas de transporte son de los comerciantes, industriales, agricultores y otros empresarios. Pero esa perspectiva es chata. Los últimos afectados por el encarecimiento de las zanahorias y de los güisquiles por lo caro y tardado que es mover mercancías por las carreteras son ¡Todos nosotros! Los más perjudicados cuando no hay productos, materias primas, bienes de capital y otras mercancías porque un puerto está parado son ¡Todos nosotros…incluida, usted señora, como dice mi amigo el economista Carlos Rodríguez Braun. Los más dañados por un aeropuerto de calidad africana, no son los que tienen jets privados, sino los miles y miles de viajeros de todos los días y los turistas que nos visitan. El puente del vídeo de abajo, semidestruido, es lo que hay sobre el Río Negro para los usuarios de todos los días.
Dicho lo anterior, sin perder de vista que la política es el arte de lo posible, que la infraestructura se está desmonronando, que hay que cambiar el modelo y urge anticiparse y darles solución a los problemas que genera aquel colapso, no soy fan de las APP.
Creo que, como ocurre con cierto banco que es de interés agropecuario -que es una empresa de capital mixto, conceptualmente diferente a una APP- aquellas formas de organización son una especie de gallo-gallina que (para no ofender a la clientela del poder) evade la verdadera solución: Devolverles a las personas la libertad para innovar, invertir y emprender en la prestación de servicios, sin coerción, ni privilegios.
En el corto plazo, aquellas formas de organización ofrecen una solución rápida y muy necesaria; pero, por la naturaleza del sector coercitivo de la sociedad (el gobierno) y la del sector voluntario de la sociedad (que es el sector privado) aquellas formas de organización sacan lo peor de ambos sectores. En el mediano plazo -si las APP no evolucionan en una privatización total- se convierten en el mercantilismo de siempre apoyado en privilegios. Esto es natural porque el ambiente empresarial que prevalece en las empresas privadas, rápidamente se contamina con el ambiente político que prevalece en las mal llamadas empresas estatales. Imaginate una sesión de junta directiva entre empresarios emprendedores (acostumbrados a pensar en el largo plazo) y burócratas políticos efímeros, que hoy están y mañana no.
Dime pesimista, si quieres, pero…pago por ver, como se dice en el poker.
Eso sí, lo que ha estado muy chistoso es como esta noticia le cayó como balde de agua helada en medio de un temporal al fandom semilliero y a la clientela del movimiento Los de un futuro sin CACIF han de sentirse tan traicionados. A la mara woke se le han de estar marchitando las flores de la primavera. Pero no hay que despeinarse; y para seguir con las metáforas florales, lo que importa es el bosque, y no un árbol porque al final del día estatismo, es estatismo.
Como en otras ocasiones, las capacidades de adaptación, innovación y de operación eficiente propias del sector privado le sacarán las castañas del fuego al paquidermo anquilosado que es el gobierno. Imagínate que, sólo arreglar el aire aconcicionado en La Aurora -si se siguen los procedimientos normales- podría consumir todo este año y parte del siguiente (si no hubiera impugnaciones). ¡Pero hay que ser audaces!…y resolver las raices del problema, para no quedarse sólo en las ramas. La libertad de emprender, invertir e innovar en la prestación de servicios, sin coerción, ni privilegios debe volver a las personas particulares.