Poco antes de las tres de la tarde, del martes pasado, el piloto de un camión de transporte pesado perdió el control del vehículo porque le fallaron los frenos y, a una velocidad de unos 80 kilómetros por hora, chocó a por lo menos unos 15 vehículos. Afortunadamente no hubo muertos; pero sí hubo por lo menos 6 heridos y muchos destrozos. Eso ocurrió en el kilómetro 19 de la carretera Interamericana.
¿El camión que causó aquel desastre tenía seguro? ¿Cuántos de los vehículos dañados estaban asegurados? Los heridos, ¿tenían seguros?
Hace como 20 años me chocó un conductor imprudente en la zona 10, ni él ni yo resultamos lastimados; pero mi carro si fue dañado. Cuando le conté el incidente a mi amiga Lissa, ella me pregunto: Pero tenés seguro, ¿verdad? Y cuando le dije que no, me espetó: Sos un irresponsable. Y claro que ella tenía razón. Andar por ahí manejando sin seguro es una irresponsabilidad porque conducir es una actividad peligrosa y uno está obligado moralmente a: responder por los daños que cause a otras personas, a otros vehículos e incluso a inmuebles; protegerse contra los daños que le pudieran causarle al vehículo propio y no ser una carga para los demás en caso de necesitar atención médica como consecuencia de un accidente. Esa misma semana contraté un seguro y ¡Qué alivio!
¿Cuántos transportes colectivos -que operan bajo supervisión política- no cuentan con seguros? ¿Cuántos transportes pesados andan por ahí con llantas lisas y sin mantenimiento y son operados sin seguro? ¿Cuántos motoristas andan por ahí con un death wish sin estar asegurados?
¡Por supuesto que se respeta la libertad de conducir!…pero la libertad y la responsabilidad son dos caras de la misma moneda y son inseparables. Es impensable una sin la otra y la responsabilidad es la disposición y capacidad de hacerse uno responsable de sus decisiones y acciones. Quien conduce un vehículo sin mantenimiento apropiado y el propietario de ese vehículo, el que permite que circule en esas condiciones, e incluso exige que circule en esas condiciones, deben ser responsables. Y la primera línea de responsabilidad es la de mantener los vehículos en buen estado; la segunda línea de responsabilidad es la de tener experiencia para manejarlos y la de contratar personal con experiencia; y la tercera línea es la de contratar seguro.
Por supuesto que también se debe respetar la libertad de contratación de seguro y no es admisible que -legislativamente- se establezca un monopolio de la provisión del seguro.
Friedrich A. Hayek explicó que en occidente siempre ha sido un deber de la comunidad procurar medidas de seguridad en favor de quienes -como consecuencia de eventos que escapa a su control-se vean amenazados. De ahí se deriva que, si de modo general es razonable proclamar la necesidad de estar protegidos contra las adversidades extremas, parece obvio que todo aquel que conduce un vehículo debería adoptar las medidas previsoras, de la clase que convenga, contra los azares habituales que te pone la vida. Entonces, los conductores de vehículos deben cubrir el riesgo de ocasionar daños a terceros, no en su interés, sino en el de quienes pudieran padecerlos por el actuar de los primeros.
¿Ya es hora de hablar de seguros de aquella naturaleza? ¿O esperamos otra tragedia?
Columna publicada en República.