Me topé con esta mesa llena de hermosas orquídeas de distintos géneros y los aromas que emanaban de ellas me trajeron buenos y entrañables recuerdos de cuando fui orquideólogo.
El estudio y cultivo de orquídeas fue mi propósito durante un tiempo importante de mi vida. Mi padre me construyó un invernadero y llegué a tener unas 200 especies diferentes, por lo menos. Fui miembro y directivo de la Asociación Guatemalteca de Orquideología, incluso fui asistente de jueces y juez en competencias nacionales.
¿Vas a creer que me gané algunos premios? Pues si. De verdad me gozaba el mundo de las orquídeas no sólo porque son fascinantes en muchos niveles, sino porque las conocí acompañado por personas generosas, pacientes y alegres.
Los aromas que emanaban de aquella mesa me transportaron en el tiempo y el espacio hacia las exposiciones nacionales de orquídeas, hacia la intensidad de la recepción de las plantas y a la de los montajes, a lo alegre que era vender la rifa durante los días de las exposiciones y al día de desmontar.
No todas las orquídeas tienen aromas. Las populares Phalenopsis no los tienen: pero muchísimas otras huelen a especias, a miel y la combinación de aromas es encantadora y cautivadora. Hay orquídeas que huelen a clavo de olor, a chicles Fragans, a chocolate y así.
Me alegré muchísimo de este momento de sana nostalgia en Orquídeas M&S.