Con la preparación del encurtido de remolachas, ha empezado la temporada de fiambre, en casa. ¡Todo el orbe cante!
El encurtido de remolachas es importante porque el caldillo de casa toma de él su color rosado característico. En casa no incorporamos las remolachas al fiambre, sino que las usamos como un complemento importante.
Aquel encurtido lo preparamos con remolachas que han sido cocidas en agua y sal, sazonadas con pimienta gorda y pimienta negra enteras, laurel y tomillo sin moler, miel de abejas y vinagre; y le añadimos cebollas de cambray a la hora de enfrascarlo.
Hacemos este encurtido durante el primer fin de semana de octubre y a mediados del mes revisamos la sazón. Por si falta miel, o si falta vinagre, o qué se yo.
Lo que sigue es encargar los embutidos en La Puerta del Sol, y comprar los adornos enlatados y de frasco.
En Guatemala, la fiesta del fiambre equivale al Día de gracias. Es una celebración que celebra la vida (como en el Día de los muertos), los resultados del trabajo productivo y la dicha de poder compartirlos. Hace unos años leí, en Twitter, que la verdadera soledad es no tener quién te regale un buen plato de fiambre.
Por cierto que desde el mes pasado ya probé tres fiambres: el de mi amiga Majo y su mamá que estaba de campeonato; el de Delica que me gusta mucho en sandwichs aunque me recuerde los odiosos domingos de turno en otra vida; y el de Astoria que es el más parecido al que hacemos en casa.