En recuerdo de Juan José Hurtado

 

Juan José Hurtado fue mi pediatra; y la última vez que lo vi como médico fue en 1997.  Tenía que ponerme unas vacunas de niño y más por visitarlo que por las inyecciones decidí volver a su clínica.

Fue una buenísima decisión porque sentí muy agradable entrar a aquel lugar, sentarme en la camilla en la que me había sentado quién sabe cuántas veces cuando era niño y platicar con Juan José.  Pocos años después lo vería con alguna regularidad en la Universidad Francisco Marroquín donde era profesor.  Donde era un querido profesor, lo cual no me extrañó para nada.

La foto la tomé de Facebook.

Mi hermano y yo íbamos con mi madre a donde Juan José cuando su clínica estaba en la 6a. avenida A de la zona 1; y luego seguimos yendo con mis otros hermanos cuando él, Maruca y Martita se trasladaron a la 2a. calle de la zona 9.

Cuando nos enfermábamos de gravedad, Juan José llegaba a la casa al salir de su clínica y era un alivio verlo llegar.  Se sentaba junto a uno en la cama y se acomodaba.  Llegaba con un jade colgado al cuello y a mí siempre me fascinaba esa piedra.  Recuerdo su sonrisa con los ojos cuando me operaron de las amígdalas y entre muchos otros recuerdos no olvido una vez que se me infectó un dedo de la mano y lo limpió con maestría.

En los 80 Juan José enfrentó la adversidad como un caballero y, ¿quién de sus familiares, amigos, pacientes y conocidos no lo sintió muy profundamente?

En su clínica siempre había buena música clásica.  La que más me impresionó, una vez, fue Las cuatro estaciones, de Vivaldi, disco que en ese año les pedí a mis papás que me regalaran para una Navidad de los 70…y recuerdo que costó Q16 de aquel entonces y fue comprado en Musical.

Adiós Juan José, y muchas gracias.

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