Si mal no recuerdo, cuando estudié literatura con el ilustre Salvador Aguado-Andreut, el profesor nos contaba que don Quijote era un loco cuerdo; y el motivo por el cual tenía esa característica es porque siendo loco y divertido podía decir verdades que, de otra forma, no hubiera podido expresar en sus tiempos. Podía hacer críticas sociales y políticas que, de estar cuerdo su personaje, Cervantes no habría podido compartir sin poner en riesgo su libertad. A Juan de Mariana, por ejemplo, su crítica a la facultad inflacionaria del Rey le costó la cárcel.
En algunas cortes, los bufones eran personajes -muchas veces grotescos- cuyo ingenio y otras habilidades humorísticas e histriónicas les permitían reírse de situaciones, y hasta de personas de las que nadie se atrevería a hacer mofa. El bufón le era útil a la corte y al monarca para tomarle el pulso a la opinión pública sin poner en riesgo la vida, ni la libertad, ni la propiedad de nadie. Ni la dignidad de nadie porque, lo que dijera el bufón eran disparates del bufón. Hubo bufones famosos como Triboulet y Calabacillas.
En nuestros tiempos tristes la incultura woke y el victimismo en el que medra están asfixiando al sentido del humor y a la valiosa contribución social que hacen el loco cuerdo y el bufón. El meme se salva porque es anónimo; pero el miedo a que algún colectivo se ofenda está cundiendo tan rápido en muchas sociedades que ¿llegará el momento en que de miedo compartir un meme?
La persecución de los ofensores es tan rabiosa y despiadada que la exposición de la condición humana por medio de los dislates y el sentido del humor se ve menoscabada. La multiplicación de los ofendidos es tal que la libertad de expresión se ve amenazada como por una plaga.
Por lo pronto, para la comedia y los comediantes, la incultura woke y sus amenazas de cancelación han de sentirse como cadenas con bola. Y todos perdemos, no sólo por la intolerancia, sino por la asfixia del sentido del humor y por el ambiente atosigante y denso que no admite más perspectivas que las autorizadas por los policías de la corrección política.
Columna publicada en elPeriódico.