La laguna de Calderas, hace miles de años, fue un cráter de un volcán y hoy es un rincón encantador para ir de paseo y hacer picnic.
El domingo dispusimos enmontarnos y el lugar elegido -por cerca y porque no lo conocíamos- fue aquella laguna. Agarramos por la autopista a Palín entramos al cruce para San Vicente Pacaya, luego llegamos a San Francisco de Sales y la laguna está ahí nomás adelante. Aunque es sinuoso y la parte final del camino es de terracería, se llega con comodidad y con facilidad.
Como es una caldera volcánica, y no es muy grande (900 x 600 metros), son especialmente atractivas las paredes de naturaleza que rodean el lugar, sobre todo porque las sientes cerca. El agua de la laguna es sorprendentemente limpia, tomando en cuenta que los pobladores seguramente echan todo lo que pueden en la cuenca y también toman, de ella, toda el agua que quieren. Nosotros íbamos con ánimo de picnic, pero leímos que hay oportunidades de senderismo, paseos en canoa, alguito de pesca y otras en Parque Calderas.
Optamos por la Finca Laguacate, teléfono 4219 5156 y 42126 203 donde hay una playita agradable, hamacas, bastante espacio, facilidades para churrasco, mesas, baños bien limpios y buena atención. Llegamos y aunque había unas siete familias, por lo espacioso del lugar no nos cruzábamos unos con otros. Sólo durante unos pocos minutos hubo un grupo molesto con una moto ruidosa.
Mi amiga, Carla, nos había recomendado el lugar porque ella y su familia se quedaron a dormir en unas cabañas chulas y creo que nos gustaría mucho ir ahí. Ha de ser riquísimo pasar ahí la noche y escuchar sus sonidos característicos y sentir sus aromas. Ha de ser agradabilísimo amanecer allá, sobre todo en temporada de frío y disfrutar de los cambios en la luz y en los colores.
A principios de los 80 y con mi amigo, Bobby, dispusimos ir en moto desde la casa de sus papas en Amatitlán hacia la laguna; pero salimos tarde y a medio camino nos dimos cuenta de que si seguíamos hasta Calderas íbamos a tener que regresar de noche. De esa cuenta nos devolvimos y nunca más regresamos y yo me quedé con las ganas de ir.
Me alegro de haber ido el domingo pasado. Descontando la salida de la ciudad de Guatemala es un viaje corto y agradable. Un paseo relajante y enriquecedor.