Visita al magnífico volcán Pacaya

Ayer agarramos camino en busca del volcán Pacaya -que ha estado muy activo– y el paseo fue estupendo.

El volcán Pacaya y el Cerro grande.

El plan era conocer la finca El amate, hacer día de campo, contemplar el volcán y pasar un día agradable; y de verdad que fue una experiencia grata.

La actividad en el volcán Pacaya no cesa.

La cercanía del coloso siempre es un deleite; pero, además, el paisaje entre africano y lunar que hay a su alrededor es para maravillarse.  Lo único que faltó fue uno, o dos retumbos…que el volcán nos quedó debiendo para próxima visita.  El sólo hecho de sentarse a observar el volcán y sus emanaciones es entre mesmerizante y sobrecogedor.  Algo intimidante. La quietud del lugar hace que uno se relaje y los tres regresamos como energizados, contentos de haber estado ahí.

El paisaje es entre africano y lunar.

No vimos mucha fauna, como no fuera algunos pájaros, los infaltables chuchos locales y una lagartija, o algo parecido. No hubo mosquitos. Conocimos el árbol de muñeco con sus algodones.

Árbol de muñeco.

El camino para llegar es muy bueno y en El amate el encargado nos recibió muy bien.  El lugar no tiene mayores servicios.  Los baños son rústicos, pero limpios.  Nos asignaron una pérgola (bueno…algo como pérgola) y afortunadamente nosotros siempre acarreamos un plástico grande que nos sirvió para protegernos del sol -que es fiero-.  Comimos, exploramos, hicimos siesta y agarramos camino de vuelta.  Es aconsejable llegar poco antes del medio día, para disfrutar de los volcanes (porque no sólo se ve el Pacaya), antes de que las nubes los cubran. Es recomendable pagar por acampar, aunque no acampes porque la locación es mejor.  Tengo pendientes dos cosas en aquel lugar: pasar la noche y pasar un aguacero.

Piedra volcánica o lava petrificada.

Si vas, lleva bastante agua (y alguna bebida deportiva hidratante para el regreso).  Nosotros llevábamos nuestras sillas portátiles de pic-nic y siempre son una comodidad que se aprecia mucho.

¿Qué fue lo que más me gustó? La cercanía con el volcán, el silencio, los ríos de piedras volcánicas, el movimiento de las emanaciones del coloso, lo bien cuidado que está el lugar y el hecho de que nos acompañara mi madre, que se goza muchísimo este tipo de paseos.

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