La contaminación de la plaza

Los destruccionistas contaminaron la plaza no sólo con demandas sobre las cuales no existe el más mínimo nivel de acuerdo entre los guatemaltecos, sino con la presencia de jóvenes embozados y armados; con pintas de odio, rabia y muerte; y con actos de violencia extrema como el fuego en el Congreso, la quema de un Transurbano y los actos delincuenciales sobre la Sexta avenida.

Los destruccionistas contaminaron la plaza y diluyeron las demandas legítimas de un pueblo harto de la corrupción y de los abusos de una clase política rapaz y carroñera.

Las tomas aéreas de la Plaza de la Constitución, durante las actividades del sábado 5 de diciembre en la tarde, pusieron en evidencia que al llamado de la plaza ya sólo acude un grupo marginal, más interesado en provocar y crear caos y malestar, que en buscar acuerdos y en encontrar soluciones.  La mayoría de gente pacífica, que iba a la plaza de buena fe y en ejercicio de sus derechos ciudadanos, mejor se quedó en casa, y se quedó guardada, para cuando se la necesite de verdad.

Aquellos grupos creyeron que el 21N podían encender la mecha de la revolución al amparo del rechazo de los guatemaltecos a un presupuesto criminal (por desfinanciado, expoliador y endeudador); y al amparo del rechazo de los guatemaltecos a seguir eligiendo diputados por listas, en vez de hacerlo individualmente. Creyeron que podían encender el barril de pólvora de la revolución al amparo del rechazo de los guatemaltecos a los favores para el valido presidencial y los abusos que aquello implica.   Contaron, quizás, con el mal carácter y la tozudez presidenciales; rasgos que impidieron una solución más temprana y razonable frente a lo que pudo haberse convertido en una sucesión de tragedias de consecuencias inimaginables. Para el 28N y sobre todo para el 5D es más que evidente que no es por la violencia por donde los guatemaltecos queremos resolver nuestros problemas políticos.

Con la contaminación de la plaza, las que eran exigencias razonables de tributarios y de electores se diluyeron una multitud de demandas jacobinas y de barricada.  Pero no por ello, aquellas exigencias razonables dejan de serlo y no por ello deben ser perdidas de vista.  Por ello me tomo la libertad de tratar de recogerlas e interpretarlas, en un intento de identificar las que gozan de niveles elevados de acuerdos, cuando no de consensos.

  1. Demandas relacionadas son el sistema electoral: Que los diputados sean electos individualmente y no por listas, de modo que la gente no se vea obligada a darle su voto a personajes que ni conoce, o a quienes nunca les daría un mandato, sólo porque en la lista hay uno, o dos que quizás no sean pájaros de cuenta.  Que se haga realidad la transparencia en el financiamiento de partidos políticos y de candidatos. Que haya elecciones legislativas a mitad del período constitucional, de modo que el Congreso pueda ser renovado.
  2. Demandas relacionadas con el uso del dinero de los tributarios: Que el monto del Presupuesto de egresos del estado tenga una relación proporcional con el Producto Interno Bruto.  Que no sean presentados, ni aprobados presupuestos que no estén financiados 100% desde su origen.  Que se respeta el espíritu y la letra de la norma constitucional que establece que con la finalidad de garantizar la estabilidad monetaria, cambiaria y crediticia del país, la Junta Monetaria no podrá autorizar que el Banco de Guatemala otorgue financiamiento directo o indirecto; garantía o aval al estado, a sus entidades descentralizadas o autónomas ni a las entidades privadas no bancarias. Con ese mismo fin, el Banco de Guatemala no podrá adquirir los valores que emitan o negocien en el mercado primario dichas entidades.
  3. Demandas relacionadas con la administración de justicia: Que los miembros de la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad y la Corte de Apelaciones no sean sustituidos todos a la vez y que sus períodos sean cuando no vitalicios, sí por períodos de por lo menos 10 años. Que jueces y magistrados sean elegidos por oposición y no por criterios políticos corporativistas, o no.

Las reformas que urgen deben servir, no para satisfacer las listas de Santa Claus de todo grupo de interés constituido en el país, sino para establecer los fundamentos de una polis o sociedad política viable o sostenible. Por eso no pueden ser muchas y sólo pueden ser aquellas que no violen derechos individuales.  No deben servir para crear privilegios.  No deben abrir la puerta a la posibilidad de que se negocie bajo la mesa, lo que debe ser decidido en las urnas, por los electores y tributarios.

Por lo pronto no vuelvo a la plaza mientras esté contaminada.

Mientras tanto…ya transcurrieron dos semanas desde el 21N y como por la Plaza de la Constitución no pasó médico alguno (así como random) para advertir lo peligrosas que son las manifestaciones en tiempos de Covid-19, ¿ya se sabe si subieron los contagios?…o las manifestaciones sólo son riesgosas cuando no las organizan los destruccionistas?

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