En chapinlandia, la fiesta del fiambre es el Día de gracias. Es una celebración que festeja la vida (como en el Día de los muertos), los frutos del trabajo productivo y la dicha de tener con quienes compartirlos. Hace unos años leí, en Twitter, que la verdadera soledad es no tener quién te regale un buen plato de fiambre.
No es posible un buen fiambre sin trabajo y sin productividad, sin ahorros, sin productos y sin familia, ni amigos para compartirlo. Sin amor, como dijo mi cuata, Carmen.
Cada familia guatemalteca tiene su propia receta de fiambre, y ¿sábes cuál es el mejor fiambre? El que sabe como el de la casa de tus padres, o como en la de tus abuelos; pero también es el que tiene tu toque personal. El que te recuerda tu niñez, tu adolescencia y tu proceso de maduración, y el que tiene tu carácter. El mejor fiambre es el que es acerca de tus raíces y acerca de tus ramas…para usar una metáfora como cualquiera otra. El que hacemos en casa tiene su origen en por lo menos cuatro generaciones. Es la receta de mi madre, Nora; que la recibió de mi abuela paterna, Frances; basada en la receta de mi bisabuela, Adela que, a su vez, la recibió de su cuñada, Elisa.
Hay fiambres rojos, blancos y verdes; y en casa el caldillo de nuestro fiambre es rosado tirando a rojo. El fiambre es un plato tradicional de la cocina guatemalteca y es muy complejo por lo que requiere de todo el buen juicio, la pasión y la sazón que puedan tener quienes lo preparan. Las claves de un buen fiambre son la armonía de los sabores, de sus formas, sus texturas y sus colores, así como la calidad de los ingredientes y tener con quién compartirlo.
La preparación del fiambre lleva semanas de planificación y de ejecución. La fiesta del fiambre no es sólo acerca de comerlo (que ya es bastante bueno); sino acerca de la expectativa de seleccionar las carnes, los embutidos y los adornos; es sobre la compra de las verduras y sobre el proceso de hacerlo en familia, con amigos y en buena compañía. Es sobre lo que se goza haciéndolo y sobre recordar y recordar las anécdotas relacionadas con su elaboración. Por ejemplo, este año fuimos a seleccionar y a comprar una gallina gorda al Mercado Colón y fue toda una experiencia. Nosotros siempre usamos los embutidos de La puerta del Sol, preparados por Virgilio y su equipo, basados en la receta del legendario Abel.
A mí me gusta el fiambre desde niño, y recuerdo muy bien la emoción que sentía cuando llegaba este día y nos dirigíamos a casa de mi abuela, para almorzar. Recuerdo muy bien lo feliz que estaba el primer día que mi madre preparó el fiambre en casa y la ilusión con la que preparamos nuestro primer fiambre, en mi casa.
Este año -que en casa decidimos resignificar las fiestas en medio de un año difícil y para no olvidar que a pesar de que la vida es frágil el universo es benevolente, hubo otro plato estelar: el pan de muerto de Tradición culinaria. Un pan de muerto, relleno que elevó la barra y fue aplaudido por todos los que tuvimos la dicha de probarlo.
Ahora que empezaron las fiestas de fin de año, en Guatemala, les deseo a todos lo mejor. Felicidad y paz al lado de quienes aman.