La búsqueda de una vacuna contra el covid-19 avanza a una velocidad sin precedentes en el marco de una competencia planetaria; y hay 25 candidatos a vacuna evaluados en pruebas clínicas en humanos (sólo eran 11 a mediados de junio). ¿Me pondría la vacuna, si la hubiere?
La mayoría de estas pruebas se encuentra en la fase 1 que es la de evaluar su seguridad, y otras en fase 2, en la que que ya se explora su eficacia. Sólo cuatro candidatos a vacuna están en la la fase 3, en la cual la eficacia se mide a gran escala. La empresa estadounidense Moderna comenzó el lunes 27 de julio del 2020 esta fase, durante la cual se testearán a 30,000 voluntarios, dice el reportaje que leí y la historia de las posibles vacunas contra el covid-19 es como para una novela de John Le Carré, Frederik Forsyth, o Ian Fleming.
¿Me pondría la vacuna si la hubiere?
Así de entrada, ciertamente que no me pondría la vacuna china por la misma razón que no compraría maquinaria china, ni un automóvil chino. Tampoco me inocularía con el producto ruso, entre otras razones porque el régimen de Putin es una amenaza grave para la democracia y los valores occidentales y no pondría en manos de ese régimen mi salud. Es que no confío en la data de los rusos. También leí que los cubanos ofrecen una posible vacuna; pero ¿quién confiaría en una vacuna cubana?
¿Me la pondría, o no me la pondría?
Quedan las vacunas del mundo libre; y no estoy seguro de que me sentiría cómodo con una en la que estuviera involucrado Anthony Fauci, director del NIAD, en los Estados Unidos. Quizás, quizás consideraría una vacuna británica y más una alemana, tal vez porque cuando uno piensa en una plancha Rowenta, o en un beamer, supone que va a ser algo bueno. Posiblemente preferiría una vacuna desarrollada por una farmacéutica privada, y no por un laboratorio estatal. No me sentiría incómodo con la de Pfizer, ni con la de Jonhson & Johnson.
Todo aquello, claro, en el contexto de escuchar la opinión confiable de mi médico.
En este caso, sin embargo, lo que no me genera confianza es la prisa. En todo caso preferiría desarrollar antígenos de forma natural y no vacunarme. Pero, ¿y si por algún requerimiento me tuviera que vacunar? Digamos…para viajar…pues ahí está el detalle y ahí es dónde escucharía el consejo de mi médico en busca de una vacuna que no modificara mi ADN y que ofreciera ciertas garantías (ni china, ni rusa, ni cubana). A lo mejor me arriesgaría y esperaría unos meses antes de considerar la inyección…a ver cómo resulta en quienes se atrevan a usarla.
Sé que la medicina genética y la modificación del ADN son el futuro para acabar con ciertas enfermedades terribles; pero…en medio de una pandemia, en medio de una carrera de poder, no estoy seguro de querer meterme en eso.
Dicho lo anterior, más por paz mental que por otra cosa celebro que haya la posibilidad de una vacuna. Normalmente me da una gripe de esas que lo mandan a uno a la cama, por lo menos una vez al año; y de cuando en cuando me pongo la vacuna correspondiente. Igual creo que no me hace efecto, o sólo un poquito. Eso sí, no sólo no soy antivacunas, sino que suelo confiar en ellas y me he puesto las que he necesitado: las de cajón cuando uno es niño, contra el tétanos, contra la tifoidea, contra las hepatitis, y así. Coincido, también, con la idea de que vacunarse no es sólo un acto de protección individual, sino uno de responsabilidad, así que ya veremos. Igual, celebro que haya posibilidad de vacuna, o más bien, vacunas.
Lo que seguramente no debe ocurrir es que la vacunación sea forzada, y mucho menos si es una vacuna específica elegida por políticos y burócratas.