Heródoto en Egipto

Las pirámides también eran más grandes de lo que las palabras pueden describir, y cada una de ellas es igual a muchas obras de los helenos, por grandes que sean; pero el laberinto supera incluso a las pirámides, dice el historiador griego, Heródoto en su descripción del antiguo Egipto; y luego añade que el lago que se llama lago de Moiris, a lo largo del cual se construye este laberinto, causa una maravilla aún mayor.

Harvard Classics, Vol, 33

Nunca he estado en Egipto; pero la primera vez que estuve en Nueva York sólo tenía una mañana libre y tuve que decidir qué hacer con ella en la Gran Manzana.  Lo que decidí fue ir al Metropolitan Museum of Art y concentrarme en la sección egipcia.  Quería ver momias y tenía en mente una pieza en particular: William el hipopótamo, aunque en aquel tiempo no sabía que se lo conocía con ese nombre. Esa pieza, su color y su textura, me llamaban la atención desde que era niño y la había visto en mi legendaria Enciclopedia estudiantil.
La sección egipcia no me decepcionó y aún tuve tiempo de pasar rápidamente por una exhibición temporal sobre arte bizantino.
Es fascinante que, ya para la época de Heródoto (siglo V antes de la era común) , la civilización egipcia era una civilización antigua. Cicerón se refirió a Heródoto como El padre de la historia.  En la actualidad nada se sabe del laberinto descrito por Heródoto ni del lago.
¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.
El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.

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