¡Ya tenemos una nueva tradición de fin de año en casa! La de ir a la Interfer cuyo lema promete que ¡Se va a poner chilero!…y sí, se pone chilero.
A la entrada nos recibieron los juegos mecánicos con sus luces y sus emociones…a los cuales no me encaramo: luego dimos un paseo por los bazares más por disfrutar de la gente y de las novedades y emprendimientos que por otra cosa; pero lo bueno es cuando vamos a comer flautas (que son riquísimas) y el buen rato que pasamos frente a la concha acústica (construida en el año en que nací: 1961). Ahí estaba tocando la Banda ML de San Pedro Sacatepéquez que tenía al público bien prendido y ahí disfrutamos de los fuegos artificiales y de la gente bailando y de los niños que se divierten como micos.
Fuimos el año pasado y la pasamos rebien; pero como ayer fue viernes había mucha más gente y más ambiente de feria y de fiesta que el día que fuimos en 2018. El año que viene iremos, seguramente, y de plano iremos en el último viernes porque la pirotecnia estuvo chilera.
Por si no lo leíste
Cuando yo era niño un año había Feria Internacional o Interfer en un año; y al siguiente había Feria Nacional. La verdad sea dicha, la Interfer de ahora se parece a la Feria Nacional y no tiene mucho que ver con la de los años 70 ya que no hay pabellones con exhibiciones industriales, comerciales y agrícolas de otros países.
De todos modos no importa. Dudo que en la era de la Internet, una feria al estilo de la Interfer de los 70 tuviera relevancia alguna. Lo importante, empero, es el espíritu general de fiesta y emprendimiento que hay en el Parque de la Industria.
Cuando yo era niño recuerdo que alguna vez fui con el colegio y a mí me gustaban mucho esas excursiones. Mis padres solían ir alguna noche con mis tíos y sus amigos a comer y a echarse las chelas. Y algún domingo nos llevaban a mis hermanos y a mi. Luego de visitar pabellones y bazares la costumbre era comer garnachas y echarse las chelas, mientras los niños corríamos sueltos por ahí con unos centavos en los bolsillos para comprar chalchigûites. ¿Qué recuerdo haber comprado en Interfer? Posters fosforecentes para el dormitorio y un colmillo (que yo decía que era de lobo) para colgarme al cuello.
Si nunca has ido a Interfer, o fuiste cuando eras niño, ve ahora con ganas de pasartela bien; y llleva al niño que hay en ti.