¿Te ha pasado que -sin proponértelo- llegas a tiempo para ser testigo de algo encantador y lleno de significado e historia? Eso nos pasó el miércoles cuando llegamos a casa de doña Estelita de Alburéz a por nuestros tamales de la temporada. La halllamos frente a la mesa, envolviendo tamales, en compañía de sus asistentes. Y tuvo le gentileza de dejarme grabarla.
Los tamales colorados y negros de doña Estelita son mis favoritos en todo el universo mundo; y desde mediados de los años 80, en casa comemos sus tamales que son basados en la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo. Nota el primor y la excelencia con la que envuelve los tamales, son los mismos primor y excelencia con la que prepara las masas y los recados de sus tamales negros y colorados.
Este año es una dicha especial contar con sus tamales porque enfermó y sólo hizo unos pocos. Sirva esta entrada como una expresión de cariño, admiración y agradecimiento por tantos años de alegría que ha llevado a nuestra mesa del desayuno navideño y del desayuno del nuevo año. ¡L`chaim por doña Estelita para quien van sólo buenas vibras!