Con un vaso del delicioso ponche de frutas hecho en la casa, rodeado de gente querida y entre ¡Ooohs! y ¡Aaahs! disfruté mucho de las Luces Campero.
El niño que hay en mi se maravilla con los colores y las formas de los fuegos artificiales. Hay algo en los juegos pirotécnicos que me emociona mucho y me invita a aplaudir y a expresar mi asombro en el sentido aquel de Baila como si nadie te estuviera viendo, ama como si nunca te hubieran herido y canta como si nadie pudiera oírte…Quizás por eso es que me gustan tanto las Luces Campero, los toritos y las mariposas, los castillos y otras pirotécnias.
¿Sabes que durante unos 10 años, minutos más y minutos menos, nunca vi las Luces Campero? En parte porque se me olvidaba estar pendiente de ellos y en parte porque trabajaba el día en que se celebraban. El primer año tuve la mala idea de subir a verlos al mirador de la carretera a El Salvador y fue un desperdicio de tiempo y de esfuerzo, sólo recuerdo que se veían bien pequeños y que el tráfico fue infernal.
Que dicha por los niños que los ven por primera vez; y que dicha por los adultos que los gozamos como si fuera la primera vez.