El presupuesto y la quema del diablo

Si el presupuesto del gobierno fuera el diablo habría que quemarlo por partes.  Comencemos por las plazas para fantasmas, los convivios y canastas navideñas, y los privilegios y canonjías para funcionarios y burócratas. ¡Todos a la pira! Y luego habría que seguir con toda asignación presupuestaria que beneficie y privilegie a individuos y grupos de interés particulares. ¡Nada que viole el principio de igualdad de todos ante la ley debería tener una partida en aquella piñata! ¡Todo a la lumbre!

…pero claro, eso no va a pasar porque, ¿quién está dispuesto a pagar el costo de quitarles la teta a quienes viven del dinero que le es quitado a los tributarios?  Seguramente, eso sí, podemos aspirar a que el presupuesto del gobierno fuera congelado durante 10 años. ¿Por qué? Porque es demencial lo que está ocurriendo con el presupuesto; y adivina quiénes van a pagar los daños. Sí, tu entre otros; pero más, los más pobres.

A finales de noviembre, el Centro de Estudios Económico-Sociales presentó un análisis del presupuesto del gobierno y las cifras espantan.

Los tributos que pagas (si no están sobreestimados) sólo financian el 71.7% del total del presupuesto, lo que significa que 28.3% del mismo habrá de ser financiado de otra forma.  Normalmente por endeudamiento. ¿Quién crees que va a terminar pagando ese endeudamiento? ¡Adivinaste!, tú y los más pobres.  La maldad que hay en este arreglo es digna de Satanás.

El 64% de egresos va a servir para funcionamiento.  Es decir que para sueldos y para la mala administración, el desperdicio y los privilegios de los funcionarios y burócratas.  La maldad de esto es digna de Belcebú.

El endeudamiento se hará 70% mediante bonos, lo que quiere decir que un platal, se irá a la economía de papel, en vez de a la economía real y productiva. ¡Esto es digno del diablo!

Hoy, cuando quemes al diablo, recuerda que tu sueldo se va como humo cuando los políticos y burócratas toman tus tributos y los convierten en mala administración, desperdicio, corrupción y prebendas.  ¡Eso tiene que parar!, ¿o no?

Columna publicada en elPeriódico.

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