¿Grandes los taxistas?

Los taxistas tienen la oportunidad de hacerse grandes, ¿van a aprovecharla? Los taxistas están en la posición perfecta para luchar contra las regulaciones innecesarias y absurdas que les impiden prestar el servicio de transporte sin coerción, ni privilegios.

Y cuando su lucha tenga éxito habrán contribuido –grandemente- a liberar a los chapines de ese ese ambiente en el que para producir se necesita la autorización de quienes no producen nada; en el que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes, sino con favores; en el que muchos se hacen ricos por el soborno y las influencias más que por el trabajo, en el que las leyes no protegen a la gente contra aquellos, sino que, por el contrario, son aquellos los que están protegidos contra la gente; y ese ambiente en el que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un sacrificio personal, ese ambiente en el que Ayn Rand advirtió que la sociedad está condenada.

Para hacerse grandes y ejemplares los taxistas tienen la oportunidad de resistirse a la tentación de hacer como el labrador ruso que tenía una vaca y odiaba a su vecino porque él tenía dos. Un hechicero le ofreció al primer campesino que le concedería un único deseo. Y ¿qué pidió el labriego? Mata la vaca del vecino le ordenó al brujo.

En vez de exigir iguales condiciones de arbitrariedad y regulación contra los socios de Uber; y en vez de demandar rotulaciones, placas específicas y otros obstáculos, los taxistas se harían grandes si lucharan contra las condiciones que condenan no sólo su actividad comercial, sino a la sociedad entera.  Además, el de Uber y el de los taxistas son dos modelos de negocios muy distintos, que sirven a necesidades y propósitos diferentes no sólo de sus usuarios (que son importantes), sino de los proveedores mismos (que no son menos importantes).

Los taxistas podrían conseguir lugar en los libros de Historia como aquellos que la cambiaron para bien; o quedarse en el bote de los que bloqueaban calles para perpetuar el sistema que condena a la sociedad.

Columna publicada en elPeriódico; y la foto es de Prensa Libre.

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