La Cámara de Industria –como la Anacafé– también quiere un precio político para el dólar y ayer propuso una devaluación del quetzal.
La dirigencia industrial quiere el privilegio de una devaluación anual de 5 por ciento para beneficiarse, aunque dicha devaluación perjudique a otros guatemaltecos. Los industriales como los cafeteros quieren ganar competitividad por medio del encarecimiento político del dólar.
Es cierto, claro, que la industria chapina ha perdido competitividad; pero buena parte de esa pérdida es a causa de los altos costos de transacción que hay en el país. En vez de pedir el privilegio de un precio político para el dólar los industriales deberían exigir que sean reparadas las carretaras; que se garantice seguridad; que se flexibilice la legislación laboral y el tema de los salarios.
A esto añádele que en el mediano y largo plazo es infructuoso fingir competitividad (a fuerza de falsear el precio del dólar) si en el país se sabe a voces que, si tu inversión es amenazada por grupos suficientemente influyentes y poderosos, la Corte de Constitucionalidad (por ejemplo) no va a proteger tus derechos. ¿Qué competitividad real va a ser posible en estas y aquellas condiciones?
Con élites empresariales así, estamos en la calle y sin llavín.