Israel es importante -no sólo para el mundo, sino para la civilización- porque es Occidente en el Oriente medio.
Israel es Occidente en un área del mundo en la que se desprecian los valores occidentales, y porque Israel ha sido uno de los pocos amigos sinceros que ha tenido Guatemala en el ambiente internacional.
Y, ¿qué es Occidente? Es el concepto y el respeto a los derechos individuales y a la igualdad ante la ley que contrastan, por ejemplo, con la cosificación de las mujeres en la mayoría del Oriente medio. En Israel las mujeres pueden conducir automóviles, ir a donde quieran (sin el amo), no son consideradas fuentes de pecado e instrumentos de Satanás y no tienen que esconder sus cuerpos, ni su pelo, y pueden vestir como quieran, o estudiar lo que prefieran. En Israel los gays no terminan en la horca.
Occidente es la racionalidad y el método científico que contrastan con el misticismo de los mullahs y con el fanatismo religioso de los que se inmolan al grito de Allahu akbar!
A aquello añádele que Israel es una república y no un feudo familiar, ni un conflicto tribal que tiene siglos de no resolverse como ocurre con otros estados de aquella región.
A los místicos (con sus delirios apocalípticos) y a la derecha religiosa le gusta apuntar hacia los supuestos orígenes mitológicos de Israel; pero creencias aparte, es un hecho que aquel estado es un faro en el Levante. Guatemala, en su realidad y en sus aspiraciones tiene más en común con Israel que con muchos de sus vecinos; y el mundo civilizado necesita más Lehaim!, que Allahu akbar!
En ese espíritu celebro que la administración Morales haya decidido trasladar al embajada de Guatemala a Jerusalén.
Tanto la foto de la puerta de Damasco, como la del sitio donde estará la embajada de Guatemala, son por José Eduardo Valdizán.