Para participar en una serie de actividades académicas, en la Escuela de Cine y Artes Visuales, el director Sergio Tovar Velarde y el productor Edgar Barrón, visitaron la Universidad Francisco Marroquín en abril de 2017.
La película Cuatro lunas es la obra más conocida de ambos cineastas y está disponible en Netflix. Esta peli fue uno de los 14 filmes nominados por México para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa, en 2016.
La película cuenta cuatro historias de amor, desde cuatro ópticas generacionales. Son cuatro historias de auto-aceptación en ambientes complejos pero desde la perspectiva de un universo benevolente en el que las ideas importan y en el que -aunque son posibles las dificultades, el dolor y los fracasos- estos no son la esencia de la vida humana. Un universo en el que es posible amar, en el que la comprensión intergeneracional es posible y uno en el que el éxito y la felicidad son lo que es de esperarse. Uno en el que el amor de la familia y el de los amigos es más importante que las aprensiones de la gente.
Los ocho protagonistas de estas cuatro historias -evocados por las cuatro fases de la luna- nos recuerdan que lo antinatural no es la felicidad, sino la infelicidad.
Esta es una conversación que tuve con Sergio Tovar sobre la experiencia de ser director de cine y sobre lo que lo hace feliz cuando dirige. Haz clic en la foto para ver la conversación, grabada por Newmedia.
Y esta es una charla que tuve con Edgar Barrón sobre sus experiencias como productor de Cuatro lunas y acerca de por qué hace cine. Haz clic en la foto para ver la charla, también grabada por Newmedia.
Luego de la película, Sergio Tovar escribió la novela homónima y tuve la suerte de que me obsequiara un ejemplar. Como era de esperarse, la novela le permite al lector atisbar más profundamente en las cuitas de Mauricio y Oliver, Fito y Leo, Hugo y Andrés, y Joaquín y Gilberto. Pero no sólo eso, la novela se deja leer gracias a que Sergio sabe contar historias. No importa que uno ya haya visto la peli, sus historias en papel y en blanco y negro se revelan con esa intensidad que sólo los libros pueden proveer y con suficientes detalles nuevos.
Desde siempre, he preferido ver las películas antes de leer los libros por dos razones: para valorar las películas por sí mismas, sin el prejuicio de que son pocas las películas que le llegan a los libros que les dieron origen; y porque -en perjuicio de mi imaginación- las escenas y los personajes de las películas correspondan a las descripciones de los libros. Además, a mi no me afecta conocer el final, cuando puedo disfrutar del camino. Cuatro lunas en peli y en libro, se complementan perfectamente.
En la novela, Sergio explica que originalmente consideré que este texto introductorio fuera una explicación de por qué escribí una novela basada en la película, cuando suele ser mucho más frecuente a la inversa. Luego de preguntármelo innumerables veces comprendí que mi motivación nacía del hecho de que, a mi parecer, había mucho dentro de esos personajes, más de lo que alcanzó a verse en la pantalla, y me pareció que valía la pena retomarlos. Por la duración, por el lenguaje tan distinto, por las características propias del cine, siempre hay detalles que se quedan sin mostrar, y encontré que un libro me ofrecía una oportunidad valiosísima para explorar y expandir ese universo, y adentrarme en los antecedentes, los pensamientos y las motivaciones de cada personaje. Las historias no cambiaron, pero estoy convencido de que esta novela tienen su vida propia, independiente de la película. Fue asombroso aprender y descubrir cosas nuevas de una cinta que creía conocer a la perfección; sorprenderme con detalles que ni yo conocía de estas historias, de estas lunas. Qué maravillosa experiencia ha sido escribirlo.
La ilustración principal la tomé de Facebook; y las dos adicionales son de las conversaciones que tuve con Sergio y Edgar.