Esas comen carne

Esas comen carne, le dijo uno de los muchachos que tenemos trabajando en casa a su compañero, mientras ambos veían con asombro a Ofelia.

Ofelia es mi Stapelia gigantea, una admirable suculenta que siempre he visto como si fuera una flor de Perdidos en el espacio; y que siempre he visto con la misma admiración que la observaban los trabajadores.

Ofelia no come carne, por cierto; pero hiede a carne podrida.  Despide una cierta pestilencia y aparte de eso llama la atención que es notoriamente hirsuta; y llaman la atención sus colores y  su tamaño.  Nunca ha sido polinizada pero atrae moscas que han de acudir embobadas  por su olor característico.

¿Te preguntarás que cómo es que me causa alegría aquella flor tan poco agraciada? Y te diré que quizás es por su aspecto raro, que va más allá de exótico; y porque es perseverante y generosa.

Un cuate hawaiano me contó que esta flor se encuentra en las partes más secas de la Isla grande, y es conocida como Caron Flower; seguramente que en referencia al barquero Caronte y en alusión a su olor. Uno ve el centro de esta flor y parece estar frente a un vórtice que lo llevará a la presencia del barquero del río Estigia. Cuando mi cuate era guía turístico, allá,  se divertía mucho porque los visitantes no le creían lo del olor y acercaban sus narices a las flores.

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