Zompopos de mayo en mi mano

¡Me encantan los zompopos de mayo!  Desde niño me llamaban la atención su tamaño, grande en comparación con otros zompopos y hormigas; pero también pequeño, comparado con uno, por ejemplo.  Me llamaban la atención su dignidad y ferocidad porque cuando uno los agarraba, rápido recibía una mordida.  Esta sin embargo, no era la ponzoñosa de una hormiga de fuego, ni nada parecido.  Pero era una señal inequívoca y valiente: ¡Conmigo no te metas y si caigo, voy a caer luchando!

Ese espíritu combativo también era su perdición; porque los chicos los cazábamos para hacer luchitas de zompopos de mayo.  Yo prefería sentirlos caminar en mi manos y sentir los valientes mordizcos; pero si había una pelea, no le hacía el feo.

Por esos años, un cuate cuya familia era de Santa Rosa llevó al colegio una bolsa con zompopos de mayo asados, o más bien fritos en mantequilla y les agarré más cariño a esos animalitos porque así son deliciosos.  Pero no los volví a probar hasta unas tres, o cuatro décadas más tarde.  Me gustan así y mucho más si pongo unos seis u ocho entre frijoles volteados, o guacamol, sobre una tortilla recién salida del comal.

Ya en el siglo XVIII, Francisco Ximénez, traductor del Popol Vuh, se refirió a los zompopos de mayo en su obra Historia natural del reino de Guatemala; y escribió que tienen la cabeza grande y unas tenazuelas que parece que son de acero y tienen filo, y punta corva y cruzada como las tixeras; y así cortan con ellas cosas bien duras…entre ellas hay unas muy grandes, y con alas, no son que críen alas, sin que es como la gente principal entre ellas. Aquestas grandes y con alas, no salen del hormiguero, sino es cada año cuando caen los primeros aguaceros, que es por el mes de mayo…y se levantan volando con una singularidad maravillosa, por lo cual los indios, y otras personas que las comen tostadas, y dicen que es comida sabrosa, las cogen con facilidad…y es que como no han visto luz, al verla tan hermosa se van a ella, y así los indios no tienen más que encender unos ocotes, y con esto se les vienen todas a las manos, y cogiéndolas las tuestan, y las comen, y aun las sacan a vender, como lo he visto.

De paso, no faltan por ahí los ecohistéricos, socialistas y colectivistas que creen que el futuro es comer insectos porque no deberíamos comer carne.  Hasta promueven, que se debería prohibir la carne, o por lo menos ponerle impuestos tan altos que la hagan prohibitiva.  Pero tu, que no eres básico, puedes distinguir que no es lo mismo echarle chapulines a la naranja para tomarse un tequila, o comer una tortilla de frijoles volteados con unos cuantos zompopos, o deleiterse con unos escargots…¡Por placer!, que tener que comer bichos porque otras personas te fuerzan a hacerlo, o porque te prohiben, o te encarecen otras opciones.  Una cosa es comer algo por gusto y otra no tener opción.

Actualización: Les pregunté a los lectores de @luisficarpediem, ¿Has comido zompopos de mayo? Diecinueve contestaron y ¡sólo uno dijo que sí!  Siete de ellos dijeron que no; pero que les gustaría probarlos; y once dijeron que no, y que no les gustaría probarlos.

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