¿Cómo cuidamos a Nemo y a Bambi?

En el cajón de mis recuerdos más queridos están mis paseos por el río San Juan, en Petén; por el río Lagartero, en Huehuetenango; y por el río Cahabón, en Alta Verapaz. Por eso me duele las fotos del basural que la gente tira en los ríos y va a parar al lago de Amátitlán (donde pasé inolvidables fines de semana en mi adolescencia), y las fotos del basural que la gente arroja en los ríos de Huehuetenango.

El plástico es especialmente escandaloso porque como flota, se ve. Pero la gente vierte todo tipo de basura e inmundicias en los ríos, lagos y lagunas.  Acabo de oír la historia de un alcalde que, cuestionado de por qué es que tenía un basurero expuesto en su jurisdicción, dio como excusa el hecho de no tener un río grande en el cual echar los desperdicios. ¡Así es como están las cosas! y las respuestas políticas tradicionales a problemas como los de la basura y la contaminación están pasando por prohibir y gravar. Un caso más en el que, como advirtió Henry David Thoreau, por cada mil personas atacando las ramas de un problema, hay una sola atacando sus raíces.

¿Cuál es la raíz de males como la mala administración de la basura y la contaminación? Hay una relación estrecha entre la pobreza y el descuido, y la destrucción del ambiente. Esta no es una afirmación ideológica, sino que es un hecho:

La lucha contra la pobreza no es, pues, sólo una prioridad para rescatar la dignidad humana, para evitar que los niños mueran antes de los 4 años por enfermedades evitables, o para evitar que familias enteras languidezcan en la desnutrición.  Es una prioridad para salvar a Nemo y a Bambi.

Las políticas que perpetúan la pobreza e impiden la creación de riqueza no sólo son las responsables de la muerte, la insalubridad y la infelicidad de millones de personas, sino que son responsables de que los niños no puedan disfrutar de nadar sanamente en ríos y lagos, y de que Nemo y Bambi se asfixien en las aguas, o se intoxiquen con quién sabe qué porquería.

Las políticas que impiden la flexibilidad de los contratos laborales, las que castigan el ahorro, las que gravan los rendimientos del capital, las que obstacuilizan la generación de enegía, la multiplicación de emprendimientos productivos, las que encarecen los bienes y los servicios, las que crean privilegios, y las que minan la propiedad, son las políticas fabricantes de miseria.  Miseria que resulta en contaminación y en destrucción del ambiente.

¡Para salvar vidas humanas, y para elevar la calidad de las vidas de millones de personas!, pero también para salvar a Nemo y a Bambi, y para mojarse los pies en los ríos de Huehue, y en los del todo el país, ya es tiempo de que nos pongamos serios y -habiendo comprendido cuáles son las causas de la riqueza- desmontemos todo el entramado ideológico y legal que perpetúa la pobreza. ¿Te apuntas?

La foto es del río Lagartero, en Huehuetenango.

Comments

comments

Comments are closed.